viernes, 7 de junio de 2013
EL SEGUNDO GOBIERNO DE JUAN ISIDRO JIMENES
E l 5 de diciembre de 1914 tomó posesión don juan isidro jimenes.
escogió el siguiente gabinete: interior y Policía, licenciado elías
Brache hijo; Relaciones exteriores, Bernardo Pichardo; justicia
e instrucción Pública, licenciado jacinto B. Peynado; Fomento
y comunicaciones, Federico Velázquez y Hernández; Hacienda y
comercio, licenciado armando Pérez Perdomo; Guerra y Marina,
general Desiderio arias y agricultura e inmigración, jaime Mota.
Velázquez, en unión de Pichardo, representaba su propio partido.
Peynado, Pérez Perdomo y Mota al jimenismo pata blanca. Brache,
figuraba como líder jimenista regional y arias como jefe de la facción denominada pata prieta. Se nombró a los generales Mauricio
y cesáreo jimenes comandante de armas de la capital y jefe de
la Guardia Republicana, respectivamente. con ello se entregaba
el mando completo de las fuerzas al general arias, de quien eran
partidarios ambos hermanos.
contaba jimenes alrededor de setenta años al asumir por segunda vez la Presidencia. Su cabeza había encanecido por completo y sus espaldas parecían inclinarse bajo el peso del tiempo
vivido, mientras su intelecto declinaba visiblemente. Más que
promesa de las anheladas reformas parecía el viejo caudillo una
resurrección del pasado, un retroceso al 99, no obstante la sangre
derramada en las guerras civiles; sin embargo, traía consigo su innata hombría de bien y su moderación. Lucía ya pocas aptitudes para
realizar la felicidad del pueblo dominicano y dar brillo y solidez a
las instituciones, pero en medio de las torpezas y debilidades de
sus actos de gobierno, supo sacar en su oportunidad energías para
renunciar su alta investidura antes que aceptar el apoyo de fuerzas
extranjeras.
aunque ya nos hemos familiarizado con Desiderio arias, vamos a presentar su figura en aquellos momentos: era alto, delgado
y huesudo, de color indio, obscurecido por el recio sol de La Línea,
denotando su pelo lacio y sus facciones, más suaves que toscas,
bastante sangre blanca. Tras su mirada triste y su temperamento
concentrado ocultábase la raza aborigen, aparentemente desaparecida, pero disuelta en realidad en el blanco, en el negro y especialmente en el mulato, entre los cuales debía clasificársele. Salido
de las bajas capas sociales, carretero en su juventud, al servicio de
la casa comercial de jimenes, de escasa instrucción y muy limitada
cultura, pero de cierta natural inteligencia, debió su elevación a
sus excepcionales dotes de guerrillero. era rápido e incansable en
las marchas, favorecido por sus enormes pies, sobrio y frugal en
el comer, sin gustar de bebidas alcohólicas. no amaba la buena
vida, ni buscaba el amor de las mujeres, viviendo casi siempre
alejado de la propia. a ello aunaba un carácter tenaz, sufrido y
desconfiado en extremo. como conocía palmo a palmo su región
nativa, sabía cansar al enemigo y despistarlo, gastándolo primero
para vencerlo después sin grandes esfuerzos, empleando siempre
en la guerra más la astucia que el valor. no fue jamás cruel ni
partidario de regímenes tiránicos. Deseaba vagamente el bien del
país; sin embargo, carecía de principios y disponía sin escrúpulos
de cuantos fondos estaban a su alcance para lograr sus objetos y
conquistarse partidarios, con quienes fue pródigo en extremo. Su
manifiesta inconsciencia llevaba la desorganización y desmoralización a las esferas donde lograba dominar. Pero debemos reconocerlo: fue siempre mal aconsejado, pues mirado con desdén porlas clases superiores y por los hombres de elevación moral, dejóse
dirigir por intrigantes, dedicados a espolear sus ambiciones, para
elevarse a su sombra y lograr toda clase de granjerías, y aquellos
que le fueron leales participaban de sus mismas cualidades y defectos: eran hombres de acción, no de consejo. Sólo cuando caído
o en posición comprometida acudía al doctor juan B. Pérez, encontraba quien le señalara una trayectoria moral para sus actos o
una actitud en consonancia con su fondo sencillo y no desprovisto
de bondad. encarnó este caudillo a la reacción inconsciente del
medio ambiente, campesino y primitivo, contra el espíritu de organización y el ansia de reformas de la generación del 99.
Dados los graves problemas planteados, no era el poder para
jimenes un lecho de rosas, a pesar de haber resuelto el horacismo
limitar sus actividades a la oposición de su minoría parlamentaria.
como consecuencia de los tres años consecutivos de guerras civiles, reinaba en las finanzas la mayor desorganización. Las rentas
producían muy poco. en las provincias trabajaban los alambiques
en combinación con las autoridades locales y sólo se perseguía a
los infractores de la Ley de estampillas cuando eran contrarios
políticos. el Ministro de Hacienda, Pérez Perdomo, empeñóse en
corregir esos abusos y en ajustar los diversos departamentos de la
administración a las asignaciones fijadas para cada uno por la Ley
de Presupuesto, pero hubo de tropezar con serios inconvenientes, pues los Ministros de la Guerra y de interior, arias y Brache,
tenían a su cargo un gran número de oficiales y partidarios para
quienes no hallaron cabida dentro del tren de empleados. Había,
además, contraído el primero numerosos compromisos económicos durante las últimas guerras civiles. como el Ministro de Hacienda rehusaba los fondos necesarios para ambas necesidades políticas, colocóse en posición difícil con los expresados compañeros
de gabinete, los más destacados personajes de la hora.
Se declararon fuera de uso legal las especies timbradas, vendidas
a precios ínfimos por el Gobierno de Bordas, con la promesa de
restituir a sus tenedores las cantidades pagadas por su adquisición.
Varias personas intentaron acciones judiciales contra la nación,
alegando la inconstitucionalidad de tal medida.
no se denunció el acuerdo celebrado entre el Gobierno de
Bordas y la cancillería americana, en cuya virtud funcionaba
como experto financiero charles jhoston, sino buscóse de soslayo
la solución demandada por el pueblo, sometiéndolo a la aprobación del congreso, donde fue rechazado casi por unanimidad de
votos; pero el mencionado señor continuó ejerciendo sus funciones hasta la intervención americana. entonces, con inesperado
rasgo de idealismo, presentó su renuncia, como protesta contra
aquel execrable atropello del débil por el fuerte.
Hubo en aquellos días bastante libertad de imprenta, especialmente en la capital, donde “el Tribuno”, diario de juan Tomás
Mejía, “el Radical” y “La Bandera Libre”, semanarios de Hoepelman y de Fabio Fiallo, respectivamente, sostuvieron campaña de
oposición. en Santiago apareció “La información”, diario dirigido
por Rafael césar Tolentino, también independiente y de tendencias oposicionistas.
La guerra europea, en todo su furor, iba extendiéndose por el
mundo. Los estados unidos preparábanse a intervenir de parte
de los aliados. el Gobierno de Wilson, no obstante sus decantadas promesas de respetar la independencia de los pueblos hispanoamericanos buscaba el control de los países del caribe y de
manera especial de las grandes antillas. el 28 de julio de 1915
estalló una sublevación popular en la vecina República de Haití,
cuyo Presidente, un monstruo sanguinario, fusiló a más de cien
detenidos políticos; pero triunfaron los rebeldes y las turbas sacaron al caído tiranuelo de la Legación de Francia, donde habíase
refugiado, dándole muerte y paseando su cabeza por las calles de
Port-au-Prince. con ese pretexto el Gobierno americano envió a
Haití buques de guerra con fuerzas de infantería de marina, e impuso al presidente electo, Dartiguenave, un tratado, en cuya virtud los estados unidos se encargaron de la administración de las
finanzas y de la dirección y organización de la gendarmería, cuerpo
creado en sustitución del ejército. a partir de entonces convirtió-
se Dartiguenave en instrumento de la ocupación extranjera, que
duró casi veinte años. Debió de servir lo sucedido en aquel país
de provechosa advertencia para los dominicanos, y especialmente
para quienes ejercían el mando; pero desgraciadamente no lo fue
y nuestro patriotismo necesitó pasar por igual dolor para despertar
de su letargo.
en mayo de 1915 fue a Washington una comisión integrada
por los Secretarios Velázquez y Peynado y el Ministro dominicano en aquella capital, licenciado enrique jimenes, a negociar un
acuerdo sobre diversas cuestiones pendientes y obtener el retiro
del experto financiero, medida reclamada por el congreso y por
el pueblo. Pero con excepción de cuestiones de poca importancia, como la facultad de nombrar los empleados subalternos de
las aduanas, no se obtuvo éxito, no obstante la buena atmósfera
de que gozaba Velázquez en los altos círculos políticos estadounidenses.
Desde los primeros días de la instalación del Gobierno notóse
la tendencia de Desiderio arias de apoderarse de la dirección, dejando de lado a jimenes y hostilizando a Velázquez con propósitos
de echarle del gabinete. el diputado legalista, doctor armando
aybar propuso la interpelación de este último con la aprobación
de la cámara baja; pero en el Senado, después de una gestión
conciliadora de don juan isidro, fue rechazada por el voto de la
mayoría conjuncionista.
Tampoco se las manejaba jimenes con tacto en sus relaciones
con los partidos de oposición. al principio dejó de Gobernador de
Puerto Plata a Quírico Feliú, cuyo levantamiento contra Bordas
hizo posible su triunfo; pero no pudiendo sustraerse a las exigencias de cargos públicos de sus contados partidarios en aquella provincia, para complacerles removió a todos los empleados horacistas, tornando a la anterior intransigencia. no quiso Feliú admitir
los nombramientos hechos y se separó de la Gobernación. Meses
después, en los primeros días de julio de 1915, lanzóse a la manigua en el cibao, entablando una lucha de guerrillas contra las
fuerzas del Gobierno. Lico castillo lo secundó en San cristóbal,
pero en un medio poco propicio tuvo que someterse. en el este
aparecieron varias montoneras, capitaneadas por chachá Goicochea, Vicente evangelista y calcaño.
Había marcadas divergencias en el gabinete. ante la actitud
hostil de arias contra Pérez Perdomo, jimenes optó por enviar a
éste de Ministro Plenipotenciario a Washington. Fue nombrado
Secretario de Hacienda el señor Francisco Herrera. Quiso también el presidente tener en el Ministerio de interior y Policía a
persona estrechamente unida a él. escogió a su sobrino enrique
jimenes. Brache fue nombrado Ministro en París, cargo que no
llegó a desempeñar.
como el movimiento revolucionario de Feliú amenazaba con
encender de nuevo la guerra civil, fracasados los intentos de reducirle por las armas, se envió al cibao, en misión de paz, a los
Ministros Velázquez y Mota. celebraron ellos diversas conferencias con correligionarios de Feliú y con el general Vásquez, ajeno a aquella revuelta, a quien dirigió el 21 de julio de 1915 el
encargado de negocios interino de los estados unidos una carta
amenazadora, publicada en los periódicos de la capital. Se observa en dicho documento, transcrito a continuación, el manifiesto propósito del Presidente Wilson de intervenir en nuestros asuntos
internos: “Señor: como ud. sabe, de acuerdo con el Plan Wilson, los estados unidos han empeñado su palabra con el mundo
entero, como el amigo más cercano de la República Dominicana,
de apoyar el Gobierno electo por el pueblo y de insistir para que
cesen los movimientos revolucionarios, en interés de que todos
los cambios subsiguientes en el Gobierno de la República sean
efectuados por procedimientos pacíficos previstos en la constitución Dominicana. “el Presidente jimenes, habiendo sido electo
por el pueblo en octubre pasado, de acuerdo con el Plan Wilson,
recibirá de los estados unidos cualquier ayuda que sea necesaria
para obligar al respeto a su administración.
“Los estados unidos están muy apenados con motivo de la
propagación de los desórdenes actuales, lo cual puede obligar a su
gobierno a cumplir las anunciadas seguridades dadas al mundo y
al pueblo dominicano.
“He sido instruido por el Gobierno de los estados unidos para
llamar la atención a los jefes de la oposición no solo con respecto
a lo que precede, sino de que en caso de que sea necesario, del desembarco de tropas para imponer el orden y respeto al Presidente electo
por el pueblo.
usted, como jefe de un gran partido, puede hacer mucho
por su país, manteniéndose firme y actuando con su ya anunciada
oposición a las revoluciones y aconsejando a sus asociados en ese
sentido”.
a la vez se dirigió, el mismo diplomático, al Presidente jimenes,
ofreciéndole la cooperación de su Gobierno, uno de cuyos párrafos
tomamos del Resumen de Historia Patria de Bernardo Pichardo:
“que el Presidente jimenes podía contar con el apoyo completo
del Gobierno de los estados unidos para debelar cualquier revolución y que el Gobierno americano, deseando ayudarle, preferiría
evitarle a la República Dominicana gastos inútiles y que, en tal
virtud, le ofrecía toda la ayuda y las fuerzas necesarias para sofocar
cualquiera revolución o cualquiera conspiración que pretendiera
estorbar la administración ordenada del Gobierno”. a tal nota el
Gobierno de jimenes contestó prudentemente, pero con dignidad,
diciendo en su párrafo final: “el Gobierno dominicano estima que
sus fuerzas son suficientes para restablecer el orden cada vez que
se altere y que no tiene, por lo tanto necesidad de la espontánea
ayuda que para ese fin le ofrece el Gobierno americano.
ante la gravedad de la situación el general Vásquez, no obstante estar en desacuerdo con la política del Gobierno, desprovista
de altura y entregada a una lucha de intereses caciquiles, cumplió
sus deberes como dominicano, colaborando con la comisión de
paz primeramente y con el Ministro de interior jimenes después.
Llegóse a un avenimiento y Feliú se embarcó para el extranjero.
Pudo también el licenciado jimenes obtener en el este la sumisión, de los cabecillas calcaño y Goicochea. Quiso entonces, con
la aureola de los éxitos alcanzados, implantar una política amplia,
buscando acercamiento con el horacismo, para neutralizar la influencia preponderante de Desiderio arias, afianzar su posición
y llevar adelante sus aspiraciones de suceder a su tío cuando el
curso natural de la vida lo apartara del mando. Pero pronto hubo
de tropezar con la oposición del jimenismo pata prieta y con la de
la familia del propio Presidente, pues esta última no comprendía
que él era el único apoyo sólido con que podía contar frente a las
exigencias de Desiderio. en efecto, tenía enrique jimenes, a falta
de grandes dotes políticas y suficiente caudal de idealismo para
cautivar las masas y convertirse en bandera de partido, inteligencia, energía bastante, y probado valor para defender a los suyos.
nfluía preponderamente en las decisiones de don juan isidro
su esposa doña Santos, matrona de vida piadosa, pero carente de
visión política, cuyo cariño maternal veía en su hijo josé Manuel,
formado en un ambiente de ejemplar vida hogareña, el llamado a
suceder a su padre en la dirección del partido y en el poder.
no pudo enrique jimenes disipar las suspicacias y los celos de
los unos y de los otros, o tal vez quiso encaminarse con sobrada
premura hacia el objeto perseguido, mostrándose liberal y dejando mencionar su nombre como símbolo de una política nueva,
lo cierto es que tras una gestión de cortos meses, fue sustituido
en el Ministerio de interior por su primo josé Manuel jimenes,
días antes de dirigirse el Presidente en viaje de descanso a Monte
cristi. algún tiempo después, a comienzos de 1916, renunció el
Ministro de Hacienda Herrera, fracasado, como su antecesor Pérez
Perdomo, en sus propósitos de poner orden en las finanzas. Fue
nombrado en su lugar el mismo josé Manuel jimenes. Pasó a ocupar la Secretaría de interior y Policía jacinto B. Peynado, quien
conservó interinamente la de justicia e instrucción Pública.
en octubre de 1915 llegó de nuevo a Santo Domingo el señor
William W. Russell, de infausta memoria, como Ministro Plenipotenciario de los estados unidos. al mes siguiente de haber presentado credenciales, el 19 de noviembre, pasó a nuestra cancillería
su nota nº 14, por la cual el Gobierno americano pretendía imponer tales restricciones a nuestra soberanía que nos habrían colocado en la misma miserable condición de país vasallo a que habían
reducido a Haití. Se nos demandaba: 1º La aceptación de un consejero Financiero, que fiscalizaría la recaudación de los ingresos y
el estricto cumplimiento del Presupuesto nacional, sin cuya aprobación no se podría hacer erogación alguna. 2º La disolución del
ejército y la creación de una Policía o Gendarmería bajo el mando
de oficiales americanos. Se tomaba como pretexto la violación de
parte del Gobierno dominicano, a partir de la muerte de cáceres,
de la cláusula 3ª de la convención Domínico-americana, que le
prohibía contraer nuevas deudas sin la autorización del Gobierno
americano.
el Presidente jimenes, entonces en Monte cristi, regresó a la
capital. Se invitó al general Vásquez, como jefe de la oposición,
a una conferencia, para imponerle de las exigencias americanas.
en la Secretaría de Relaciones exteriores reuniéronse, para deliberar sobre la respuesta preparada: el doctor Federico Henríquez y
carvajal, Presidente de la Suprema corte de justicia, el licenciado jacinto R. de castro, líder de la oposición parlamentaria, los
Presidentes de ambas cámaras, cabral y Bernard, varios Senadores y Diputados y otras personalidades políticas. La contestación
de nuestra cancillería, unánimemente aprobada por los presentes,
rechazaba, con lenguaje conciliador, las pretensiones americanas.
el Gobierno de jimenes supo colocarse pues, en aquella ocasión,
en actitud acorde con nuestra condición de pueblo independiente, pero desgraciadamente no se verificó un cambio de política,
demandado por las circunstancias, para poner a tono la situación
interna con los graves problemas internacionales de la hora. en
lugar de iniciarse una concentración nacional y llamarse a los partidos de oposición a participar en el gabinete, para presentar un
frente único, dejando de lado toda pasión partidista, y en lugar
de reorganizar con mano rígida la recaudación de los ingresos, reajustando la ley de gastos públicos, para quitar todo pretexto a la
injerencia extraña, con ceguera y falta de altura inexplicables, no
sólo mantúvose un absoluto distanciamiento de la oposición, sino
se acentuó la división entre el jimenismo pata blanca, capitaneado
por josé Ml. jimenes, jacinto B. Peynado y arturo Logroño y el
jimenismo pata prieta de arias y Brache. Los tres primeros meses
de 1916 transcurrieron en medio de una lucha sorda entre ambos bandos por adquirir posiciones, sin realizarse labor constructiva alguna, ni volverse nadie a preocupar por la nota americana,guardada en una gaveta de la Legación de su país, en espera de
la ocasión propicia, que iban a deparar las circunstancias, de ser
impuesta por la fuerza.
el Presidente jimenes se retiró a temperar a cambelén, a veinte kilómetros de la capital, mientras el general arias, contando
con el ejército, la Guardia Republicana y la casi unanimidad de
los senadores y diputados jimenistas, iba paulatinamente adue-
ñándose de la situación. en esas condiciones se acordó resolver
por un golpe de audacia, burdamente preparado y peor ejecutado,
la grave crisis interna, para quedar en posesión absoluta del poder
los allegados al anciano Presidente. el 14 de abril fueron llamados
a cambelén los generales Mauricio y cesáreo jimenes, y allí los
arrestaron. el Secretario de interior, Peynado, dio instrucciones al
coronel jerónimo Pellerano, jefe del Batallón ozama, de negarle
acceso a la Fortaleza al general arias. a la vez el general Lico
Pérez Sosa se presentó en los cuarteles de la Guardia a encargarse
de la jefatura. Para el buen éxito de aquel plan necesitábanse una
audacia y un arrojo del que carecían tanto sus fraguadores como
sus ejecutores, pues no era Pellerano, militar de actuaciones apagadas, capaz de manejárselas con habilidad y resolución frente
al general arias y a los hombres de guerra que lo rodeaban. enrique jimenes en la Secretaría de interior, no se había limitado
seguramente a dar órdenes, sino hubiera tomado personalmente
el mando de las fuerzas armadas, con grandes probabilidades de
dominar la situación.
al querer el general arias penetrar en la Fortaleza la guardia de
prevención negóse a permitirlo y él se retiró desalentado, pero volvió momentos después con el licenciado Brache, quien hizo llamar
en tono conciliador a Pellerano para una explicación. Salió este último y mientras les decía cándidamente que cumplía instrucciones,
fue rodeado por los oficiales de ambos e inmediatamente desarmado
y arrestado. arias, ya dentro del recinto ordenó el acuartelamiento de
las tropas y revisándolas, compañía por compañía, obtuvo de toda
la oficialidad promesa de fidelidad a él. al presentarse Lico Pérez
en la Guardia, fue también desarmado y arrestado por el coronel
Luciano castro, Segundo jefe del cuerpo. celebróse una reunión
en la comandancia de armas, con la asistencia de casi todos los
diputados y senadores jimenistas, y del general Luis Felipe Vidal.
Propuso Brache enviar tropas al mando de Vidal y de josé Pérez
para traer al Presidente jimenes a la ciudad, pero opúsose Mario
Fermín cabral. Desiderio no acogió lo propuesto, temiendo por la
vida del Presidente.
Se hicieron gestiones para un avenimiento; Mauricio y cesáreo jimenes fueron libertados en la noche del mismo día 14 y
reintegrados a sus cargos, mientras Lico Pérez, también libertado
por los otros, reunióse al Presidente en cambelén; pero las relaciones entre ambos bandos continuaron tirantes, ahondándose la
división cada día más. Las pasiones en efervescencia dominaban a
los directores y no les permitían medir las responsabilidades histó-
ricas en que iban a incurrir.
Los Gobernadores de Provincias, con excepción del de Puerto Plata, general apolinar Rey, previamente concertados con los
directores del jimenismo pata blanca, se declararon a favor del Presidente jimenes. en Santiago el comandante de armas, general
evangelista Peralta (tío Sánchez) depuso al Gobernador, general
antonio jorge, y pronunció la ciudad a favor de Desiderio. el licenciado jacinto B. Peynado, al fracasar el plan fraguado, juzgó
perdida la partida y renunció el Ministerio .
De diversas regiones del país se enviaron tropas al Presidente
jimenes, acudiendo sus leales para velar por su vida. Tomó el mando de unos y otros Lico Pérez. Velázquez, alejado del conflicto en
los primeros días, porque sólo le unía a aquella situación la actitud
conciliadora del Presidente, al acercarse la hora decisiva consideró
que su puesto de honor estaba en cambelén y allí se trasladó, aportando un gran número de hombres de armas, a quienes arias había
expulsado del ejército para sustituirlos con los suyos. a partir de
aquel momento tomó la dirección de los asuntos con su habitual
energía, enfrentándose resueltamente a los rebeldes.
en los últimos días de abril se inició una acusación contra el
Presidente jimenes, suscrita por la casi unanimidad de los diputados de su partido, haciéndole una multitud de cargos, injustificados casi todos. Se le acusaba, con iniquidad y cinismo sin ejemplo, de malversación de fondos públicos, cuando precisamente era
Desiderio arias, el alma de aquella comedia, quien disponía de los
dineros de la nación como de cosa propia.
La acusación fue rápidamente aprobada en la cámara de Diputados con los votos en contra de antonio Mota y josé M. ildefonso,
jimenistas y enrique Mejía, velazquista. La oposición horacista y legalista la votó unánimemente. el Senado, llamado a pronunciar el
veredicto, que conllevaría la destitución del Presidente de ser condenatorio, la admitió casi a unanimidad, pronunciándose en contra
únicamente el licenciado Pelegrín castillo, quien con gran valentía
y ante un público integrado por partidarios de la acusación y oficiales
del ejército insurreccionado, defendió al Presidente jimenes, denunciando la traición del Secretario de Guerra arias y el atentado que se
cometía contra las instituciones, teniendo que protegerle los senadores de la oposición de una violencia de los militares presentes.
el Senado comisionó a su archivista josé Leopoldo Hungría,
para la ingrata misión de notificarle la acusación a jimenes y citarlo a comparecer ante sus barras. el Ministro Mota lo recibió,
manifestándole que el Presidente no se sometía a lo resuelto por
emanar de unas cámaras revolucionarias, que deliberaban bajo el
imperio de la fuerza.
no debió la minoría horacista votar la acusación, solidarizándose
con arias. es inexplicable que sus directores, especialmente el licenciado jacinto R. de castro, la indujeran a tan grave error, sin
tomar en cuenta nuestra precaria situación internacional, a raíz
de la última nota americana. Había, sin duda, quejas contra aquel
Gobierno, que había obstruccionado las reformas, estorbando la
reunión de la asamblea constituyente, que seguía una política
carente de ideales y había practicado algunas prisiones arbitrarias; pero entre secundar a arias o apoyar a jimenes no debía ser
dudosa la elección, debiendo en todo caso conservarse neutral.
con más cordura se condujeron, en cambio, Horacio Vásquez y
los hombres de armas del partido, al negarse a participar en la revuelta, ejemplo seguido por las masas horacistas. Tal conducta los
salvó de toda responsabilidad en la provocación de la intervención americana, dándoles autoridad para convertirse, durante los
años de la ocupación, en la más formidable barrera de resistencia
pasíva contra aquella iniquidad.
Las fuerzas del Presidente jimenes en cambelén aumentaban
diariamente, mientras Desiderio arias contaba estrictamente con
las tropas de línea y la Guardia Republicana, que no alcanzaban a
quinientos hombres, pues la inmensa mayoría de los capitaleños,
como horacistas, abstuviéronse de terciar en la revuelta. Pronto
llegaron a mil cuatrocientos hombres los defensores del Gobierno,
cuyo asiento se trasladó entonces a San jerónimo para iniciar el
asedio de los sublevados.
Mientras tanto el Ministro americano Russell movíase activamente, aconsejando a unos, conferenciando con los otros, contribuyendo deliberadamente a complicar la situación, en espera de los
buques de guerra de su país. Llegó primeramente el trasporte “Prairie” con fuerzas de infantería de marina. Su comandante, crosley,
visitó al Presidente jimenes para participarle la disposición de su
Gobierno de sostenerlo. en seguida desembarcó tropas por San
jerónimo y envió algunos destacamentos a Gascue con el pretexto
de garantizar su Legación. Previamente lanzó el siguiente aviso
amenazante: “Tengo a bien notificar a todos los ciudadanos esta
advertencia: Si llegare a ser necesario el desembarco de fuerzas se
previene por la presente que cualquier acto de hostilidad contra
las tropas americanas dará por resultado una acción seria por parte de estas tropas. Si se desembarcan tropas serán destinadas a la
Legación americana para fines pacíficos. Bastaría un solo disparo
de fusil contra ellas para que se determine una severa represalia.
cualquier empleo ulterior de las tropas americanas dependerá de
los sucesos futuros”.
afirma Bernardo Pichardo, que el comandante crosley sugirió al Presidente jimenes trasladar su campamento a San jeró-
nimo, donde al llegar hallaron tropas americanas desembarcadas
la víspera. cierto es que el Gobierno dominicano no solicitó ni
autorizó, tal operación, pero tampoco protestó ni se opuso a la
violación del suelo patrio, aprovechando el efecto desalentador de
ese acto entre los rebeldes para empezar el ataque a la ciudad.
ofrecieron entonces los jefes americanos colaborar en el asalto proyectado; pero no fue aceptado, solicitándose únicamente un
préstamo o una venta de cien fusiles y cuarenta mil tiros de los
pertrechos del “Prairie”. a pesar de haberlo prometido no los suministró el jefe americano y las fuerzas de jimenes tuvieron que
abandonar las posiciones ocupadas en el norte de la capital y limitarse a sitiarla.
como resultaba infructuosa la presión diplomática ejercida
sobre arias, para obligarle a someterse, en la noche del 6 de mayo
se presentó una comisión americana ante el Presidente jimenes,
solicitando su autorización para marchar contra la ciudad y colocarle en condiciones de ejercer de nuevo en ella sus funciones.
Supo el anciano caudillo rechazar con entereza aquel concurso
denigrante y ante la intervención que se le anunció y el inminente ataque a la ciudad por las tropas invasoras, presentó su renuncia en manifiesto a la nación, no al congreso, por considerarlo partícipe de la insurrección.
el consejo de Secretarios, integrado por josé Ml. jimenes,
jaime Mota, Federico Velázquez y Bernardo Pichardo, quedó al
frente del Gobierno. el Presidente jimenes se retiró a cambelén,
rodeado del amor y del respeto de los suyos, confiando en el fallo
de la Historia. Pobre ascendió a la Presidencia y pobre descendió
de ella como todos los Presidentes que le precedieron, a partir de
la muerte de Lilís, y como todos los que le sucedieron hasta que
Trujillo restableció, superándolo en crímenes y robos, el régimen
de abyección y despotismo de aquel hombre siniestro.
Fue jimenes un caudillo civil, y como nuestra patria parece
ser hecha para que los hombres de fuerza se enseñoreen de ella,
tuvo siempre necesidad de que otros lo elevaran a la dirección
del estado, con quienes no supo sostener relaciones cordiales. en
su primer período, a raíz del 26 de julio, ya vimos cómo le llevó
del exilio al poder Horacio Vásquez y cómo terminaron en un
rompimiento, que frustró la obra redentora de aquella revolución.
Tal unión no era difícil de sostener, pues el horacismo no buscaba
el desorden, todo lo contrario, sus líderes parlamentarios reclamaban sin cesar escrupulosidad en el manejo de la hacienda, y
el general Vásquez jamás hizo exigencias de fondos al Gobierno,
ni entorpeció su gestión administrativa. Si jimenes se hubiere
percatado que aquél debía ser su natural sucesor y en ese sentido
hubiese encaminado su política, habría gobernado en paz sus cuatro años, implantando la alternabilidad en el mando, paso inicial
para ir cristalizando en tangibles realidades los anhelos de mejoramiento y de instituciones democráticas, que despertara en una minoría selecta de los dominicanos, las apostólicas enseñanzas de
eugenio María de Hostos. en cambio, llegó al poder por segunda
vez, no obstante su prestigio nacional y su triunfo eleccionario del
14, merced al concurso de Desiderio arias, quien a la muerte de
cáceres, con sus afortunadas campañas militares contra Victoria y
contra Bordas, galvanizó al desmayado jimenismo, en proceso de
disolución después del fracaso de la guerra de desunión. en esta
segunda etapa tropezó, desde sus comienzos, con el espíritu de desorganización del nuevo paladín de sus huestes, y más envejecido,
pero no con mayor experiencia, no supo don juan isidro poner al
servicio de su causa, que en esos momentos era la de la República,
su indiscutible ascendiente moral, mediante una política recta,
pero franca y paternal con su segundo, para llevarle por caminos
de orden. Tal tarea era difícil, pero no imposible de cumplir, pues
Desiderio tampoco era un malvado.
al no obtener éxito tenía que irse al rompimiento, con audacia y habilidad, por medio de una acción bien madurada y prontamente ejecutada; pero rodeado de consejeros ineptos, o poco versados en esos menesteres, o intrigantes, el viejo Presidente fracasó
de plano en sus intentos y desatadas las pasíones, se dejó empujar
hacia el abismo que abría ante él la política mundial de aquel
momento para reaccionar a última hora y rechazar con entereza
el papel poco airoso, por no decir sobrado desdoroso, que quiso
asignarle la intervención extranjera.
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