Su gobierno estuvo marcado en la primera década por una apertura hacia Europa Occidental y Estados Unidos, por lo que se apartó de los otros estados firmantes del Pacto de Varsovia durante la Guerra Fría. Continuó una tendencia previamente establecida por su predecesor, Gheorghe Gheorghiu-Dej, quien había logrado persuadir a la Unión Soviética de que retirase sus tropas en 1958.1
Sin embargo, la segunda década del gobierno de Ceaușescu se caracterizó por un régimen cada vez más brutal y represivo. Instauró un riguroso culto a su personalidad, un notable incremento nacionalista y un total deterioro de las relaciones internacionales con las fuerzas de Occidente, a semejanza de la Unión Soviética. El gobierno de Ceaușescu fue derrocado durante la Revolución de diciembre de 1989, en la que él y su mujer, Elena Ceaușescu, fueron ejecutados tras una mediática sesión en los tribunales de dos horas televisada para todo el país.
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