viernes, 15 de marzo de 2013

LA POBREZA MADE IN THE USA



La comida está siempre en los pensamientos de Kaylie Haywood, una niña estadounidense de 10 años y de su hermano Tyler, de 12.
En un banco de alimentos organizado por entidades de caridad en la ciudad de Stockton, en Iowa, Estados Unidos, los hermanos debaten con su madre acerca de los 15 productos que pueden llevarse. No les queda mucho dinero para gastos extras.
Pero cuando Kaylie pide carne molida, se rechaza su propuesta ya que la habitación de motel en la que vive no tiene nevera. Así que cuando quieren mantener un producto fresco lo meten en un lavadero con hielo. Tampoco tienen un lugar para cocinar.
No es la primera vez que la familia está en dificultades para conseguir comida.
"No hacemos tres comidas al día: desayuno, comida y cena", lamenta Kaylie. "Cuando tengo hambre, me siento triste y decaída".

Vivir en un motel

Kaylie y Tyler viven con su madre Barbara, que trabajaba en una fábrica. Tras perder su empleo, comenzó a recibir una subvención del gobierno y cupones que podía intercambiar por comida, lo que hace un total de US$1.480 al mes.

Niños que pasan hambre en EE.UU.


  • 16,7 millones de niños viven en hogares con "inseguridad alimentaria".
  • Los estados más afectados son el Distrito de Columbia, Oregón, Arizona, Nuevo Mexico y Florida.
  • Los hogares encabezados por madres solteras son más vulnerables al hambre infantil.
Fuente: Feeding America
Pero ya no se podían permitir vivir en su casa, ya que tenían que pagar US$1.326 mensuales, lo que les dejaría muy poco para comida y gasolina.
Kaylie ayudaba a aumentar los ingresos familiares recogiendo latas en los alrededores de su antigua casa, en un camino que está al lado de la vía del tren. Por cada lata le daban entre dos y cinco centavos.
Su hermano Tyler también ayudó: "Por cortar el césped de algunas casas me daban US$10. Me gastaba seis en combustible y el resto se lo daba a mi madre para que comprara comida", explica.
En lugar de comprar en el centro comercial, la ropa de Kaylie es de la tienda de la organización benéfica Salvation Army donde, para su vergüenza, las camisetas de US$0,60 están permitidas pero las que cuestan US$2 son "demasiado".
A uno de sus dos perros, Nala, le tuvieron que llevar a la perrera para reducir aún más los gastos.
El alquiler de la habitación de motel en la que viven cuesta en torno a los US$700 mensuales, pero tratar de equilibrar los gastos supone sacrificios.
Tyler dice que hay días buenos y malos: "A veces, cuando tenemos cereales no tenemos leche y los tenemos que comer así, secos; otras veces, tenemos cereales pero no leche".
"En ocasiones, cuando hay un programa de cocina en la televisión, me da más hambre. Quiero meterme en la pantalla y comer la comida", señala.

Uno de cada cinco niños

Camión de reparto de comida
Se cree que unos 47 millones de estadounidenses dependen de bancos de comida.
La familia de Kaylie y Tyler está entre los 47 millones de estadounidenses que se cree que dependen de bancos de comida. Eso significa que uno de cada cinco niños recibe ayuda alimentaria.
En el área donde viven los hermanos, un proveedor, el banco de comida River Bend, ha visto como el número de necesitados ha crecido abruptamente en los últimos tiempos.
"Ha cambiado dramáticamente desde que empezó la recesión. El número de gente que viene ha crecido entre un 30% y un 40%", asegura Caren Laughlin que ha trabajado en bancos de comida en los últimos 30 años.
"Eso no se debe sólo a que la gente ha perdido sus trabajos. Es también porque los empleos que les están sustituyendo están peor pagados. No da para alimentar a la familia", explica.
Pese a que la habitación de motel de Kaylie, Tyler y Barbara está lejos de las casas de sus amigos y es muy pequeña para tres, la mudanza ha hecho su vida más fácil en algunos aspectos.
El padre de los niños no está y aunque la abuela vive cerca y ayuda en lo que puede, la madre tiene muchas dificultades. "Nunca lo he visto tan mal. Conseguir trabajo es muy difìcil", asegura Barbara.
La mujer está haciendo cursos para ser peluquera pero no tiene muchas esperanzas en el futuro.
"He ido al médico... por depresión. Me recetó antidepresivos y Xanax para los ataques de pánico. Ni siquiera sé si podré encontrar un trabajo cuando acabe los cursos, ni si la situación mejorará", lamenta.

Preocupación por el futuro

Tyler
Tyler, de 10 años, hace algunos trabajos para ayudar a su madre a comprar comida.
En febrero, el presidente Barack Obama, aseguró en el discurso del Estado de la Unión que subiría el salario mínimo a US$9 la hora.
"Esa medida incrementaría los ingresos de millones de familias trabajadoras. Podría significar la diferencia entre depender de la caridad para la comida e ir a una tienda a comprar su comida; entre pagar un alquiler o sufrir un desahucio; entre no llegar a fin de mes o salir adelante", afirmó el presidente entonces.
Pero familias como la de Barbara, en la que los padres perdieron sus trabajos y los hijos pasan hambre, siguen preocupando a los bancos de comida.
Según Laughlin, muchas personas no saben dónde buscar ayuda y a otras les da vergüenza pedirla. "Mucha de la gente que viene nunca imaginó que acabaría en esta situación", señala.
Estos problemas se reflejan en todo EE.UU., según la organización no gubernamental Feeding America (Alimentando a América) que gestiona 200 bancos de comida y ayuda a 37 millones de personas cada año, entre las que están 14 millones de niños.
Según la organización, cerca de 17 millones de niños estadounidenses viven en hogares donde no se puede asegurar el consumo de comida saludable.
Para algunas familias, la comida barata y fácil de preparar puede significar algunas elecciones poco saludables como la pizza, que incrementa la probabilidad de obesidad y problemas de salud en el futuro.
En algunas zonas, las escuelas participan en un programa denominado "mochila" por el que se reparten paquetes de comida a los niños más vulnerables los viernes para que tengan qué comer el fin de semana.
"Los niños se concentran mejor así", explica Laughlin. "Si estás preocupado por lo que vas a comer cuando llegues a casa, vas a estar pensando en eso y no en lo que está en la pizarra".
Por la mente de Kaylie también pasan los estudios. Y es que, últimamente, la niña de 12 años no está yendo al colegio ante el destino incierto de la familia.
En los últimos tiempos, su familia dejó un motel y se fue un breve periodo a una casa. Apenas podían pagar el alquiler y tuvieron que mudarse de nuevo cuando la abuela no pudo seguir ayudándoles. Desde entonces, se han quedado en tres moteles más, lo que impide que Kaylie se inscriba a un colegio.
Ahora las esperanzas de Barbara están en conseguir un trailer para establecerse mientras que, para Kaylie, volver a la escuela es vital.
"Realmente quiero ir a la escuela. Si no tienes educación, no tienes dinero, ni consigues un buen trabajo y acabas durmiendo donde tu mamá". "Te acaban echando de tu casa por no poder pagar la renta y terminas sin casa y sin comida".
El hambre y la pobreza afectan principalmente a los hispanos que residen en Estados Unidos, afirma un nuevo informe divulgado este jueves por la organización Pan para el Mundo (BFW por sus siglas en inglés).
El documento "Latinos en EE.UU. 2010" es un análisis de los últimos índices de pobreza junto a otras variables sociales y resalta que más de uno de cada cuatro hogares hispanos luchan por conseguir la comida para poner en la mesa.
Eso representa el 26,9% de los latinos que viven en EE.UU., comparado con el 14,6% de todas las familias estadounidenses, agrega el informe.
Agrega que los orígenes étnicos, el hambre y la pobreza, se correlacionan con otros factores sociales, como la educación y la estructura familiar, "lo que forja una red de barricadas y resultados limitados los cuales refuerzan la disparidad racial en EE.UU".
El análisis resalta además que los ingresos familiares de los latinos son más reducidos que los de la población estadounidense general.
El ingreso promedio por hogar en EE.UU. es de US$50.221 anual, mientras que entre los hispanos es de US$39.923.
En 2009, el ingreso promedio semanal para la familia estadounidense era de US$739, pero entre los hogares latinos era de US$541.

Desproporción

"Los latinos están desproporcionadamente afectados por la situación económica del país, declaró este jueves Marco Grimaldo, coordinador regional de BFW, quien resaltó que la situación afecta principalmente a los inmigrantes indocumentados.
Grimaldo señaló que el nivel del desempleo – un 2% entre latinos- es mayor en sectores donde trabajan los indocumentados, como el de la construcción y el de servicios.
Los latinos están desproporcionadamente afectados por la situación económica del país
Marco Grimaldo
Pero, agregó el experto, "el aumento de la pobreza es más dramático entre los niños latinos".
Unos 5,6 millones de latinos menores de 18 años viven bajo el nivel de pobreza en EE.UU., según los últimos datos ofrecidos por la Oficina del Censo, lo que representa el 33% de la población.
Pero Grimaldo dijo que espera que en las nuevas estadísticas sobre hambre que serán divulgadas en noviembre "veremos índices muchos más altos que los que tenía el último informe de la Oficina del Censo".

Factor geográfico

El coordinador regional de BFW destacó por otro lado que la mayoría de los hispanos que viven en estado de pobreza residen en los estados del suroeste estadounidense.
En Texas, hay unos dos millones de latinos pobres y en Nuevo México 200.000.
"No es por ser latinos, es por el área en que estamos trabajando, las industrias donde estamos trabajando y en los estados en que estamos trabajando", añadió Grimaldo.
El funcionario de BFW afirmó que "hasta que los niveles educativos de los latinos se eleven, no se podrá salir de la pobreza".
En EE.UU. se considera pobre una familia de cuatro personas cuyo ingreso anual consolidado es inferior a US$22.000.

La pobreza castiga a los afroamericanos


En la trastienda de una casa del sur de Chicago, en una vieja cama de hospital, una anciana duerme profundamente. Su cabeza está en una de las puntas de la almohada. Su boca está ligeramente abierta mientras respira. La mujer se llama Bernice Williams.
En los años 60, Bernice formó parte de una emergente clase media negra. Tuvo un empleo estable en el Departamento de Aguas de Chicago durante 30 años.
Luego, 47 años atrás, hizo su pequeño aporte a la historia de la música: escribió una canción que pasó tres semanas en la cima del US Hot 100 Billboard. Duque de Earl fue el título de aquella melodía.
Ahora, todo eso importa muy poco.

Sobreviviendo

El futuro que Bernice Williams soñó para los suyos no se materializó.
Su hija, Roxanne, tiene un buen empleo como enfermera pero es el único salario que sostiene a la familia.
En algún momento tuvimos nuestros ahorros. No sabemos cuándo va a volver a pasar.
Don Burnett
Su yerno, Don Burnett, es un programador informático desempleado que está luchando para poder llegar a fin de mes.
Su nieto Joron es un talentoso artista de rap que actúa con el nombre de Juan. Él tuvo que dejar la prestigiosa Universidad de Columbia porque sus padres no podían pagar la matrícula.
"En algún momento tuvimos nuestros ahorros", explica Don, mientras recuerda las vacaciones que la familia disfrutó una vez. "No sabemos cuándo va a volver a pasar".
Después de perder el empleo "tuvimos que manejarnos en efectivo y eliminar las cuentas bancarias para recortar gastos", cuenta.
"Tuvimos que empeñar nuestros bienes para pagar la hipoteca y los servicios básicos. Suena simple, pero lo no es. Apenas sobrevivimos".

Impacto desproporcionado

Esta es la historia de una familia, pero es también la historia -en cierta manera- de la economía actual de Estados Unidos.
"Somos, en promedio, una familia de clase media", asegura Don.
Reparto de comida en Chicago
La comunidad afroamericana ha sido particularmente golpeada por la crisis.
"No lo esperábamos. Vivimos en el mismo barrio durante 20 años y ahora estoy viendo a mis vecinos que luchan para mantener su casa".
La pobreza está creciendo a lo largo de Estados Unidos. Muchas comunidades están afectadas, pero los afroamericanos en general fueron los más golpeados según señalan diversos estudios.
La oficina de Estadísticas Laborales informó que el desempleo entre los negros creció un 13,4% desde el comienzo de la recesión en diciembre de 2007, mientras que la desocupación a nivel nacional es del 8,5%.
Una de las tantas historias no contadas de la economía estadounidense es precisamente los efectos desproporcionados de la crisis sobre los afroamericanos.

Reparto de comida

Los problemas que azotan a esa parte de Chicago afloran con toda crudeza en la iglesia de San Columbano, aún antes de que llegue el camión con alimentos.
El lugar es miserablemente frío y húmedo. Aún así en los alrededores de la parte trasera del estacionamiento la gente forma una fila. Allí esperan pacientemente con sus rostros curtidos por el viento.
Finalmente, el camión llega y los voluntarios empiezan a trabajar descargando alimentos. Después permiten que la cola avance.
Parece una feria pero en realidad es ayuda alimentaria, paradójicamente distribuida en el país más rico del mundo.
Laverne Morris administra el depósito de alimentos. Ella ve que las cosas empeoran cada semana.
Algunos aquí son pobres crónicos, pero otros se están convirtiendo en pobres. "Estas personas son ciudadanos estadounidenses que trabajan por su salario todas las semanas", dice Morris y agrega:
"Son algunos de los que han perdido por primera vez sus empleos".

El banco de Obama

A pocos kilómetros, el reverendo Alvin Love, de elegante traje y camisa blanca, se para en la parte posterior de su iglesia. El anillo de sus bodas de oro reluce con una luz tenue.
Por primera vez en nuestra historia la gente no tiene el sentimiento de que sus hijos tendrán un futuro mejor que el que ellos heredaron de sus padres.
Reverendo Alvin Love
Barack Obama solía sentarse en los últimos bancos. Eso fue cuando el actual presidente era un dirigente de la comunidad local.
El reverendo Love está preocupado. Al igual que muchos líderes locales, puede ver que la recesión está afectando particularmente a la comunidad afroamericana.
"Por primera vez en nuestra historia la gente no tiene el sentimiento de que sus hijos tendrán un futuro mejor que el que ellos heredaron de sus padres", se lamenta. "Pienso que las perspectivas son aterradoras".

Sueños rotos

En el centro comunitario, calle abajo, hacen una oración conjunta antes de ocuparse de los negocios.
La charla no es sólo sobre el aumento de la desocupación -el nivel de desempleo local estimado está por encima del 60%-, también hablan de los delitos y los asesinatos. Los tiroteos entre pandillas parecen estar volviendo.
"En sólo un mes tuvimos probablemente cinco", señala la líder comunitaria Georgette Greenlee Finney. "Teníamos a Tommy, a Marshaan, pero estos hombres murieron".
Los dirigentes locales como Georgette pueden ver que la recesión está empujando a la gente hacia el abismo. Cree que el aumento de los crímenes está directamente relacionado con el deterioro de la economía.
Pese a que la Casa Blanca destinó miles de millones para estimular la economía, ella no ve que ese dinero llegue a su comunidad.
"Se van a invertir muchos dólares para generar empleo en la construcción, pero existe el temor de que no lleguen a lugares donde los negros han estado históricamente por no tener mejores opciones, marcados por el racismo".
Existe otro temor: que la recesión empuje a los afroamericanos cada vez más lejos del sueño americano de una economía equitativa

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