jueves, 4 de abril de 2013

LA BATALLA DE CACHIMAN, 17 DE JUNIO DE 1845




La Batalla de Cachimán, fue una de las batallas llevada a cabo en contra de los haitianos por sostener la Independencia de la República Dominicana. Fue llevada a cabo en la zona fronteriza del país, entre la hoy provincia de Elías Piña y Veledero, haití. En esta batalla una vez se puso por alto la República Dominicana, sellando aún más la identidad del país como nación naciente.
Esta batalla se produjo durante el mes de abril en 1845, cuando el entonces presidente haitiano Philippe Guerrier, por lo que es sucedido por el general Jean Louis Pierrot, quien decía "voz en cuello que la isla era indivisible, por lo que pedía de los dominicanos integrarse con Haití para que se formara una sola nación". Obviamente, los dominicanos habían decidido ser libre e independientes ante cualquier potencia extranjera para siempre, por lo que se comprometieron a sostener y enarbolar la naciente nación dominicana procalamada la noche del 27 de febrero de 1844.
El principal protagonista de esta gesta lo fue el General Antonio Duvergé, el cual movilizó sus tropas en horas de la mañana. duvergé dividió sus tropas en tres columnas, la primera al mando del General Felipe Alfau, quien partió primero a ese punto porque su recorrido era mayor, debía cortar la retirada al enemigo con un movimiento envolvente por el Sur. El segundo comando de militares dominicanos, fue dirigido por el Coronel Francisco Pimentel, con piezas de artillería, debía atacar a los haitianos de manera frontal, y el tercer comando, fue dirigido por el General Duvergé, quien había decidido enfrentrar las tropas hatianas por la derecha.
«En estas circunstancias el general Duvergé, posesionado con sus tropas del cuartel del Cachimán, conquistado por las tropas victoriosas dominicana, cuando las horas marcaban a las 8:00 de la noche, envió el 17 de abril de 1849 al Presidente, general Pedro Santana, un parte oficial en el que dio a conocer: “hemos tomado al fuerte de Cachimán».


Este nombre aparece indisolublemente unido al del Procer, Antonio Duverge cuyo destino parece identificar se con aquel bastión inhóspito y solitario que se levanta en el propio corazón de las fronteras como un símbolo de la nacionalidad dominicana. No una, sino una larga serie de veces, debía servir Cachiman de teatro al denuedo de Duverge que transforma aquella fortaleza, construida a picos sobre la roca, en una especie de atalaya sangrienta sobre cuya cima planta invicto el pabellón de la cruz y detiene con el pecho casi desnudo las acometidas de las huestes invasoras.

En la acción del 6 de diciembre de 1844, Duvergé se lanzó con setenta jinetes, en impetuosa carga de caballería, al asalto de Cachimán. Una fuerza de 150 hombres de infantería se asoció al grupo de jinetes para combinar su acción heroica contra el monstruo de piedra que erguía como un desafío en el horizonte sus murallas inaccesibles".

La situación de los defensores parecía inexpugnable. Todo el circuito disponía de recios muros naturales sin mas entrada, como señala el propio héroe en su parte de guerra al general Santana, que "tres portañolas capaces de dar acceso a un solo hombre a la vez". Pero confiado en la justicia de la causa dominicana y en los valientes que le rodean", según el mismo confiesa, Duverge empezó la ofensiva por tres puntos diferentes. Con rapidez fulminante, cada caballo con su jinete y algunos con otro mas a la grupa, el escuadrón de asalto corre con la violencia del rayo hacia la cima fortificada. Los defensores resisten con vigor y la victoria se mantiene durante largo rato indecisa. La artilleria del fuerte traza un circulo de fuego en torno de los asaltantes . Nubes de polvo se elevan sobre la llanura batida por los cascos de los corceles . Muchos jinetes ruedan de sus caballos encabritados y otros reciben sobre el campo de la acción muerte de valientes. Pero el ímpetu con que se inicia el ataque se mantiene y llega un momento en que los asaltantes mas veloces golpean con las uñas de sus caballos las bases de las murallas castigadas por el plomo de la fusileria y por el filo de los machetes reivindica dores . El portalón de la fortaleza cede al fin ante aquel empuje formidable y se oye entonces, tras los muros vacilan tes del fuerte , el "salve se quien pueda" , proferido en la lengua del terror por un oficial haitiano. Los defensores saltan en desorden sobre los muros y se precipitan a una profunda cañada en que diezmados en sucesivas cargas de caballería . Al cabo de treinta minutos, según consigna Duverge en su parte de guerra, se vio tremolar sobre las murallas de Cachiman el pabellón que el héroe había traído invicto desde las llanuras calcinadas de Azua y desde los cerros de El Memiso.

Junto al caballo que montaba Duverge cayó en esta acción memorable, uno de los oficiales de su estado mayor y un grupo de fusileros del tercer batallon azuano. El enemigo , en cambio, además de las provisiones de boca y del numeroso parque que había acumulado en el fuerte, dejo las laderas que rodean a Cachiman cubiertas de cadáveres.

La fortaleza conquistada quedo desde aquel día bajo la vigilancia del comandante Juan Evangelista Batista y del teniente Jose Soto, dos de los bravos que comandaron en aquella función de armas la infantería dominicana.

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