Antonio María Segovia e Izquierdo (¿-?). Cónsul español en Santo Domingo, autor de la célebre matrícula conocida por su nombre que permitió a Buenaventura Báez asumir la presidencia de la República por segunda vez en 1856.
Un año antes, el presidente Pedro Santana había negociado con Estados Unidos un tratado de amistad, comercio y navegación que hacía prever la cesión y arrendamiento a ese país de la bahía y península de Samaná, lo que motivo las protestas de los cónsules de Inglaterra y Francia y la oposición de los partidarios de Buenaventura Báez, exiliado en Curazao. Las victorias dominicanas contra el emperador haitiano Faustino Soulouque, quien invadió la República en 1855 con objeto de reincorporar su territorio a Haití, reforzaron todavía más el poder de Santana, quien prosiguió con sus negociaciones con Estados Unidos. En medio de la guerra contra la nación vecina llegó a Santo Domingo el nuevo cónsul español Antonio María Segovia, cuya principal misión consistió en impedir que Estados Unidos y Santana alcanzasen un acuerdo.
Desde el momento mismo de su arribo, Segovia empezó a desplegar todos sus esfuerzos para lograr su propósito y muy pronto adquirió tal prestigio que Jonathan Elliot, el agente comercial norteamericano en Santo Domingo, intentó infructuosamente contrarrestar el empeño del español induciendo a su Gobierno a adoptar una política más agresiva en la República.
Segovia había conocido a Báez en Madrid durante el período de la anexión de la República Dominicana a España, entablando con él cierta relación, ya que cuando la reina Isabel II promulgó el decreto de abandono, le redactó su renuncia al grado de mariscal de campo que se le había otorgado. La actividad del cónsul español consistió en apoyar a todos los enemigos de Santana, para lo cual abrió un libro de registro en la sede del consulado para que los dominicanos que quisieran adquirir la nacionalidad española se inscribiesen en él. Ese hecho constituía una franca violación al artículo séptimo del tratado de reconocimiento a la República firmado con España el año 1854. Según cálculos de un tal Félix Montecattini, ingeniero hidráulico e inspector general de Minas, indicados en un largo escrito titulado “Báez, rey de los dominicanos destronado para siempre” pero que en realidad fue obra de Mr. Marle, un maestro y soldado francés que había conocido a Napoleón y que se radicó en Santo Domingo, se matricularon más de 10,000 dominicanos, a los que se les hizo creer que si no se ponían bajo la protección de España serían exterminados en el transcurso de las revoluciones por venir.
Santana protestó ante el Gobierno español por la descarada intromisión de Segovia en los asuntos internos de la República a través de su representante en Madrid, pero mientras esperaba una respuesta la resistencia contra él se fue acentuando y, viéndose abandonado incluso por muchos de sus seguidores, fingió sentirse enfermo y se retiró a su finca de El Seibo para preparar su renuncia, no sin antes declarar el estado de emergencia y alertar a las Fuerzas Armadas. Efectuada su renuncia el 26 de mayo de 1856, fue sustituido por el Vicepresidente, Manuel de la Regla Mota, quien tuvo que licenciar al Ejército debido a la grave situación económica del país.
Al quedar prácticamente sin ningún poder, Segovia se trasladó a Saint Thomas, donde estaba Báez, y le ofreció apoyarlo para que regresase a la República e instalarlo de nuevo en la Presidencia. Báez no vaciló en aceptar y, una vez en Santo Domingo, Regla Mota convino con él y Segovia su nombramiento como Vicepresidente para después renunciar y permitir que accediese a la Presidencia, lo que sucedió el 6 de octubre de 1856. El periódico El Eco del Pueblo, en su edición del 21 de diciembre, reseñó que, luego de promulgarse el decreto por el que se designaba el gabinete, los habitantes de la ciudad se entregaron a un alborozo extraordinario, dirigiéndose a la residencia de Báez para felicitarlo. Este respondió con unas breves palabras de agradecimiento y, a continuación, la gente marchó a la casa de Segovia para ofrecer sus parabienes a la reina española con motivo de su cumpleaños, que se celebraba ese día, y manifestarle su gratitud por cuanto había hecho por la libertad del pueblo dominicano. En 1858, Segovia fue trasladado a otro destino debido a que sus actividades habían ofendido a Francia e Inglaterra.
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