Rafael Leonidas Trujillo Martínez (Ramfis) (1929-1969). Hijo primogénito de Rafael Leonidas Trujillo Molina, por lo que el tirano cifró grandes esperanzas en él como heredero, a la manera dinástica. Jefe y organizador de la Aviación Militar Dominicana en la década de 1950. Heredero presumible del régimen. Hombre fuerte del país entre junio y noviembre de 1961, tras el ajusticiamiento de su padre.
Nació el 5 de junio de 1929 siendo su padre brigadier jefe del Ejército Nacional. Fue fruto de la relación de Rafael Leonidas Trujillo con María de los Ángeles Martínez, mientras estaba casado con Bienvenida Ricardo. Se ha alegado que los problemas sicológicos de que dio muestra Ramfis desde muy joven se originaron por el malestar que le provocaba haber nacido de una relación extramatrimonial.
De niño recibió altos rangos militares, lo que ponía de relieve facetas grotescas del nepotismo del régimen. A inicios de los 50, todavía con poco más de veinte años, su padre le encomendó organizar la Aviación Militar Dominicana, y se compenetró con la idea de crear un cuerpo basado en la tecnología militar más moderna y en una oficialidad académica.
Sin embargo, se inclinó por la vida disoluta. Fue reprobado en sus estudios de Estado Mayor en Fort Leavenworth, Estados Unidos. Se hizo famoso en círculos internacionales como un playboy émulo de su excuñado Porfirio Rubirosa. A su alrededor se conformó un grupo de amigos caracterizados por la proclividad decadente y orgiástica, y el tirano le perdió confianza.
De todas maneras, Trujillo dejó a Ramfis al frente de la Aviación. Ahí este último introdujo cierto sesgo nacionalista, evidenciado entre otras cosas en la distribución de materiales que pugnaban por políticas contrarias a Estados Unidos, como textos del presidente egipcio Nasser. En otro ámbito, Ramfis se interesó por crear empresas industriales basadas en materias primas locales y dirigidas al mercado interno, también como manifestación del visible rencor que alimentaba hacia Estados Unidos.
Cometió el terrible error político, en 1959, de cebarse en persona sobre los expedicionarios de junio. Orquestó las torturas y los fusilamientos, con lo que quedó revestido de la imagen de asesino. La vesania con que obró reflejaba seguramente padecimientos síquicos. Está establecido que era entonces paciente de médicos siquiatras.
No mucho después de esa expedición, pese a la crisis política por la que atravesaba el régimen, tal vez acicateado por divergencias personales con su padre, optó por marchar a Francia. En Francia o España era donde se sentía a gusto, con lo que denotaba una ruptura sentimental con el suelo que lo vio nacer. Prefería el juego de polo, las aventuras con mujeres bellas y la ingesta inmoderada de alcohol al ejercicio del mando.
Fue sorprendido por la eliminación de su padre, el 30 de mayo de 1961. Regresó de inmediato en un ya mítico vuelo fletado de la compañía Air France para hacerse cargo del poder. Al sopesar las condiciones existentes de aislamiento del régimen, optó por buscar un entendimiento con Estados Unidos, a fin de retornar a la normalidad a manera de apuesta por la supervivencia. Para esto debió dejar que el hasta entonces presidente nominal Joaquín Balaguer se hiciera cargo de la conducción cotidiana de los asuntos políticos. En la misma tónica, dio luz verde para que se organizaran partidos políticos de oposición, tratando de mostrar una imagen de apertura hacia la democracia. Pero tan pronto calibró que el cerco de los opositores se iba estrechando y que los norteamericanos le iban retirando paulatinamente el apoyo, prefirió abandonar el país.
Dejó preparado un golpe de Estado para que sus tíos Héctor y José Arismendy se hicieran con el poder y desencadenaran un baño de sangre sobre los opositores. De manera infructuosa, había organizado una mascarada con el Movimiento Popular Dominicano, de orientación izquierdista, para que este se involucrara en una aventura armada. El propósito no era otro que atizar el miedo al comunismo y lograr recuperar confianza. Sucedió todo lo contrario, como debió ser previsible. En conversaciones con el líder del Movimiento Popular Dominicano (MPD), Máximo López Molina, según refirió años después Ylander Selig, dirigente de esa organización, Ramfis se autodefinió como socialista al estilo francés. Le aseguraba al dirigente izquierdista que se proponía dejarle el poder para vengar la muerte de su padre. Sin embargo, en ningún momento osó hacer público el papel de la Agencia Central de Inteligencia en el magnicidio del 30 de mayo.
Pero su principal preocupación en esos meses como figura principal del país fue amasar enormes sumas de dinero, que procedía de inmediato a expatriar. Hay cálculos que permiten aseverar que sacó entre 80 y 100 millones de dólares, cifra casi equivalente al presupuesto anual del Gobierno en la época. Al escapar, el 19 de noviembre de 1961, se llevó el cadáver del padre, joyas, documentos, bienes variados y mucho dinero.
Inmediatamente antes de tomar el yate Angelita, procedió a reunir a los participantes en el tiranicidio que aún vivían. Ya antes se había ocupado personalmente de orientar las torturas a su pariente político José René Román Fernández, otros complotados y sus familiares. En la Hacienda María, Ramfis en persona dispuso el asesinato de los que habían llevado a su padre a la muerte. Fue su segundo error político de bulto, pues por más que se enmascaró el crimen se hizo público lo sucedido, y Ramfis quedó con una imagen ratificada de asesino implacable.
En el exilio se desligó con rapidez de preocupaciones políticas de cualquier clase. Se dedicó más bien a engrosar su fortuna por medio de empresas que creó en España. Procedió asimismo a engañar de variadas formas a familiares y relacionados, por lo que tuvo que enfrentar algunas demandas civiles. Sectores del gobernante Consejo de Estado se propusieron secuestrarlo para enjuiciarlo, pero la operación no prosperó.
En ocasión de la Revolución de Abril de1965, no ocultó su simpatía por los constitucionalistas, dado que varios de sus líderes habían sido sus amigos y estaban opuestos a Estados Unidos. Sin embargo, en 1966 apoyó con mucho dinero la candidatura de Balaguer, contraria a los constitucionalistas y favorecida casi sin ambages por Estados Unidos, por cuanto significaba cierta reivindicación del régimen.
Entre 1968 y 1969 se dijo que Ramfis estaba interesado en retornar al país y que sostenía vínculos con jefes militares de orientación trujillista, pero esto no ha sido confirmado. Su muerte, acaecida el 27 de diciembre de 1969 en Madrid, quedó también envuelta entre las brumas de los rumores como vinculada a los planes que supuestamente preparaba; pero lo más probable es que se tratara simplemente de un accidente de tránsito por manejar de manera temeraria. No pudo recuperarse de los golpes y entró en coma a causa de una neumonía.
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