jueves, 18 de abril de 2013

LA BIOGRAFIA DE IGNACIO MARIA GONZALEZ



Ignacio María González Santín (1840-1915). Anexionista y presidente de la República Dominicana.
Nacido en la ciudad de Santo Domingo, concluida la Anexión a España se entregó de lleno a la política afiliándose al partido de Buenaventura Báez, en cuyo régimen de los Seis Años fue interventor de Aduanas y gobernador de Puerto Plata. Sus actuaciones en ese cargo le labraron una buena reputación.
Al fracasar su proyecto de incorporación a Estados Unidos, Báez lo envió a ese país con la misión de ordenar la impresión de papeletas y la acuñación de monedas de cobre. En 1873, cuando el Presidente empezó a perder el control político a causa de lo abultado de la deuda pública, González, adelantándose al inminente triunfo de la revolución de los liberales o azules, se declaró en contra de su jefe, encabezando el llamado Movimiento Unionista de febrero de dicho año. Nombrado líder del movimiento, se dirigió a la capital, donde con la mediación de los cónsules extranjeros negoció la capitulación de Báez, quien renunció el 2 de enero de 1874, abandonando a seguidas el país. Dueño de la situación, González dictó un decreto mediante el cual prohibió la entrada a la República del héroe restaurador y antibaecista Gregorio Luperón y de los expresidentes Pedro Antonio Pimentel y José María Cabral, hasta que no se instalara el Gobierno constitucional. Las elecciones se celebraron en febrero y González se alzó con el triunfo.
Su Gobierno gozó al principio de gran popularidad. Rescindió el contrato que Báez había concertado con la Samana Bay Company, firmó un tratado de paz, amistad, comercio y navegación con el presidente de Haití Michel Domingue y concedió licencias a las empresas extranjeras para la producción de textiles, jabones, chocolate, café y otros rubros agrícolas. Sin embargo, en el plano político no gobernó de acuerdo con los postulados del Movimiento Unionista, razón por la cual los baecistas se dedicaron a conspirar para imponer como Presidente a Manuel Altagracia Cáceres, quien se pronunció contra él en Santiago. González se dirigió al Cibao al frente de sus tropas para combatirlo y, con el apoyo de los liberales, que no deseaban volver a los tiempos de Báez, derrotó al insurrecto. Luego, creyendo que el frustrado levantamiento de Cáceres se debía a su política condescendiente, aceptó el consejo de sus parciales y se proclamó Encargado Supremo de la Nación por la voluntad de los Pueblos, convocando una Asamblea Constituyente para que modificase la Carta Magna por no ajustarse a las circunstancias del país. La nueva Constitución fue promulgada en marzo de 1875.
A partir de ese momento, las actuaciones autocráticas de González lo distanciaron de los azules, alejamiento que aumentó cuando se negó a reconocer como deuda pública las acreencias que Luperón había contraído durante su lucha contra Báez. Los liberales de Santiago reestructuraron su partido bajo una nueva asociación patriótica denominada Liga de la Paz y en febrero de 1876 se prepararon para derrocar a González, al que acusaron de violar la Constitución, convertirse en dictador y malversar los fondos públicos. Como nadie deseaba una nueva guerra civil, azules y baecistas o rojos concertaron un pacto por medio del cual el Congreso desistiría de conocer esas acusaciones a cambio de la renuncia de González, que hizo efectiva de inmediato.


A iniciativa de Luperón, los azules propusieron como candidato a la Presidencia a Ulises Francisco Espaillat, dirigente restaurador, quien fue elegido el 24 de marzo. Pronto se vio precisado a enfrentar los movimientos revolucionarios surgidos en el norte y el sur dirigidos por González y el general Marcos A. Cabral, quienes se levantaron en nombre de Báez. Aun cuando Espaillat declaró el estado de sitio en todo el país y designó a Luperón ministro de Guerra y Marina, González llegó a las puertas de la capital el 5 de octubre y el 20 de diciembre el Presidente dimitió, asilándose en el consulado francés.
Insatisfechos con la dimisión, los rojos cercaron la ciudad de Santo Domingo, obligando a González a renunciar, tras lo cual llamaron a Báez, quien tomó posesión de la Presidencia por quinta vez el 27 de diciembre. Su Gobierno duró 14 meses, en cuyo transcurso volvió a gestionar la anexión de la República a Estados Unidos infructuosamente. Los azules se agruparon bajo el liderazgo del padre Fernando Arturo de Meriño y a principios de 1878 se sublevaron contra Báez. Después de la partida de este se formaron dos Gobiernos: uno en la capital a cargo de Cesáreo Guillermo y el otro en Santiago encabezado por González. Ante el peligro de que estallara una nueva contienda fratricida, los azules convinieron con González que ocupara la Presidencia a condición de que nombrara a algunos de los suyos en varios ministerios. González aceptó y el 25 de junio accedió de nuevo al poder, pero a las pocas semanas incumplió su compromiso y ordenó el apresamiento de Luperón.
En vista de lo sucedido, los liberales se sublevaron y González se rindió el 2 de septiembre. Jacinto de Castro, presidente de la Suprema Corte de Justicia, fue encargado del Gobierno provisional hasta la celebración de nuevos comicios. Guillermo, quien había sitiado la capital, maniobró para hacerse elegir a finales de 1879 y Luperón partió para Europa.
Durante los Gobiernos de Luperón y Meriño, González se mantuvo apartado de la política, pero Heureaux lo designó ministro de Relaciones Exteriores en sus varios períodos presidenciales. Ya viejo, protestó, siendo senador, la elección en 1912 de Eladio Victoria como presidente de la República.

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