viernes, 3 de mayo de 2013
EL GOBIERNO BALAGUER-RAMFIS
El 30 de mayo de 1961 el sanguinario autócrata fue acribillado a balazos en una emboscada tendida por francotiradores a su vehículo cuando circulaba por la capital, Ciudad Trujillo (que pronto recobraría su nombre de siempre, Santo Domingo). En las horas de confusión posteriores al magnicidio se produjo un intento de golpe de Estado protagonizado por el secretario de las Fuerzas Armadas, general José René Román Fernández, acción que puso en evidencia la existencia de una conjura de la que formaban parte elementos militares y civiles, y que contaría con el más que probable parabién, si no la instigación, de la CIA estadounidense.
Balaguer, que leyó el elogio fúnebre del dictador ("Trujillo fue fundamentalmente bueno; bajo su pecho de acero latía un corazón inmensamente magnánimo"), sorteó de momento estas convulsiones: el 1 de junio Ramfis Trujillo Martínez, hijo y continuador de la saga política del finado, que regresó apresuradamente de París para llenar el vacío de poder y asumir la jefatura del Ejército Nacional, le confirmó en la Presidencia mientras él se lanzaba a una despiadada represión de opositores. Meses después, el clan Trujillo perdió definitivamente la confianza de Estados Unidos y el Departamento de Estado encontró en Balaguer al político apropiado para pilotar la era postrujillista y asegurar el mantenimiento de la República Dominicana en su esfera de intereses.
Las marchas al exilio de Ramfis el 18 de noviembre y de sus tíos Héctor Bienvenido y José Arismendy dos días después, no sin antes intentar un golpe contra Balaguer, no impidieron el desarrollo, entre el 28 de noviembre y el 8 de diciembre, de una huelga general convocada por la Unión Cívica Nacional (UCN), nuevo partido de talante conservador pero antitrujillista acérrimo y ahora antibalaguerista, liderado por el doctor Viriato Alberto Fiallo Rodríguez, y por otras organizaciones, en exigencia de elecciones competitivas.
Mantenido en el poder sólo por la protección, militar incluso, de Estados Unidos, Balaguer, que se había apresurado a desmarcarse del trujillismo y a sumarse a la execración universal del sátrapa caribeño, pero que no mostraba voluntad alguna de dirigir un proceso de transición democrática, hubo de plegarse a la iniciativa del presidente John Kennedy de establecer un Consejo de Estado, desde el 1 de enero de 1962 y bajo su presidencia, con la misión principal de organizar unas elecciones plurales y libres.
La oposición redobló sus movilizaciones exigiendo la renuncia de Balaguer y los miembros del Consejo de Estado, temerosos de la agitación en las calles, hicieron suya esta demanda. Balaguer se resistió y, según parece, el 16 de enero ordenó al secretario de las Fuerzas Armadas, general Pedro Ramón Rodríguez Echevarría, la comisión de un autogolpe y la formación de un Consejo Cívico Militar en sustitución del Consejo de Estado y cuya jefatura le fue encomendada al licenciado Huberto Carlos Bogaert Román, un veterano de los gobiernos trujillistas.
La maniobra autoritaria de Balaguer se derrumbó a las 48 horas: el día 18, el coronel Elías Wessin y Wessin y el mayor Rafael Fernández Domínguez perpetraron un contragolpe, disolvieron la junta de Bogaert, repusieron el Consejo de Estado y nombraron presidente a Rafael Filiberto Bonnelly Fondeur, que hasta entonces ostentaba el cargo de vicepresidente. A Balaguer no le pudo sostener esta vez Estados Unidos y con apuros pidió asilo político en la nunciatura apostólica, sita justamente al lado de su residencia en la capital; desde este refugio seguro negoció con las nuevas autoridades su marcha del país, lo cual tuvo lugar el 7 de marzo, tomando un avión con destino a Nueva York.
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