viernes, 7 de junio de 2013

EL GOBIERNO DE RAFAEL ESTRELLA UREÑA



E l mismo día de su toma de posesión estrella ureña constituyó
su gabinete así: interior y Policía, Martín de Moya; Relaciones
exteriores, licenciado elías Brache hijo; justicia e instrucción Pú-
blica, licenciado c. armando Rodríguez; Hacienda y comercio,
licenciado jafet D. Hernández; Fomento y comunicaciones, ingeniero octavio acevedo; Sanidad y Beneficencia, doctor Teó-
filo Hernández; Defensa nacional, antonio jorge; agricultura e
inmigración, Desiderio arias; y Secretario de estado de la Presidencia, Rafael Vidal. empezó, como se observa, por faltar a lo
pactado, pues de los nuevos ministros sólo pertenecía al Partido
nacional Martín de Moya, quien desempeñó la cartera que se le
confiara un par de semanas. con motivo de haber asistido él a
un mitin de su partido, celebrado en el parque colón, en el que
hice yo un llamamiento al pueblo, desde el balcón del Palacio del
Senado, para acudir a las armas si no había libertad en los comicios,
fue increpado por estrella ureña en términos violentos y viose en
el caso de renunciar. a su reemplazante, el doctor jacinto B. Peynado, notable jurisconsulto, lo veremos, hasta su muerte en 1940, al
servicio incondicional de Trujillo. Se escogió al licenciado c. armando Rodríguez por estar distanciado de Horacio Vásquez desde
1924. jafet Hernández procedía también del campo horacista, delque se separó para seguir a estrella ureña en el Partido Republicano.
antonio jorge era un veterano de las guerras civiles; en ellas había
desplegado valor y crueldad al servicio a veces de un bando, a veces
del otro. Rafael Vidal, periodista santiaguero, salido del pueblo, de
recia personalidad, debía su inesperada elevación a su cargo de Secretario de Trujillo a quien concitaron contra Horacio Vásquez él
y Roberto Despradel, los directores intelectuales del levantamiento
del 23 de febrero. ellos le sirvieron de mediadores con estrella ure-
ña y le inspiraron firmeza y decisión en los momentos críticos. en
esos días tuvo Vidal importante participación en la dirección de la
política del Gobierno, pero terminó por chocar con estrella ureña.
Lo reemplazó después Rafael césar Tolentino.


en seguida se puso de manifiesto, aún ante quienes creyeron de
buena fe en el carácter cívico de la revolución, que ésta había sido
un burdo disfraz, adoptado por la cuartelada, para salir adelante en
sus propósitos. Trujillo hacía y deshacía; otorgaba empleos y ordenaba medidas arbitrarias destinadas a abrir paso a sus ambiciones,
para el triunfo de las cuales llegó a un acuerdo con los líderes de las
facciones partícipes en la pseudo revolución de febrero. convínose
en formar la confederación de partidos, sustentadora de la candidatura de Trujillo para la Presidencia y de estrella ureña para la
Vicepresidencia. entraron en ese pacto los restos de la desintegrada
coalición, representada por elías Brache hijo. jacinto B. Peynado,
Mario Fermín cabral y arístides Fiallo cabral; el Partido Liberal,
nombre con que Desiderio arias había bautizado a su vieja facción
de patas prietas; el Partido Republicano, de estrella ureña, constituido por horacistas disidentes de la provincia de Santiago; el
Partido nacionalista, agrupación formada alrededor del doctor
Teófilo Hernández por aquellos opositores del Plan de evacuación que bajo el manto del patriotismo encubrían ambiciones de
cargos fáciles. Los verdaderos nacionalistas, del tipo de américo Lugo,Federico Henríquez y carvajal y el Padre castellanos, huelga
decirlo, no prestaron su concurso a aquella maniobra, destinada a entregar el mando al esbirro formado por la intervención. Por último, el
doctor Wenceslao Medrano, auto titulado jefe de un partido obrero,
integrado únicamente por una docena de ganapanes a su servicio,
obtuvo beligerancia y su admisión en la confederación, la cual, no
obstante los pomposos nombres adoptados por esas facciones, no
disponía de más de un 15% de los votos del electorado.
Horacio Vásquez declaró en carta pública, desde Puerto Rico,
que se retiraba de la política. con ese motivo reunióse la asamblea del Partido nacional en la capital. en aquellos momentos era
imposible darle carácter personal al horacismo y a la vez mantener
la unidad de acción indispensable para salvar las instituciones democráticas. compenetrado de ello propuse nombrar al doctor alfonseca director del partido, lo que fue aprobado por unanimidad,
en medio de estruendosos aplausos. Se le llamó por cable a dirigir
la oposición a Trujillo. Millares de horacistas acudieron al muelle
de la capital a darle la bienvenida. Desde su llegada anunció su
propósito de no presentarse como candidato para supeditarlo todo
a impedir el triunfo de la violencia. convino en brindar su concurso a la candidatura de juan Bautista Vicini Burgos para Presidente de la República y de Martín Moya para Vicepresidente, con
la aprobación de la asamblea del Partido nacional, no obstante el
contrario querer de muchos de sus amigos. Buscaba así, a trueque
del sacrificio de sus aspiraciones personales, compactar la opinión
del país. Vicini Burgos se percató de los peligros inherentes a la
postulación de su nombre o consideró imposible su elección, porque no habría libertad en los comicios, y declinó aquel honor.


Horacio Vásquez regresó de Puerto Rico a fines de marzo
de 1930. al contemplar el desconcierto reinante en su antiguo partido y la resolución de Trujillo de adueñarse del poder en cualquier forma, abrumado por su responsabilidad en cuanto
acaecía, provocó un entendido con Velázquez. Se concertó una
nueva alianza nacional-Progresista para postular a este último
como candidato a la Presidencia de la República y a Ángel Morales para la Vicepresidencia. Los cargos públicos y de designación
gubernativa serían distribuidos entre ambos partidos, al igual que
en 1924. el doctor alfonseca cooperó decididamente en el común
empeño de evitar la implantación de un régimen despótico, aunque
no estuviera del todo convencido de la utilidad de esos esfuerzos.


Para la admisión, por la junta central electoral, de las nuevas
candidaturas, necesitábase modificar la Ley electoral. Se convino
en ello por mediación del Ministro americano. celebróse antes
una reunión de abogados partidarios de la alianza, con el fin de
decidir si se debía o no votar tales reformas. asistimos los licenciados Ángel Morales, Gustavo a. Díaz y yo, por el Partido nacional; el doctor Ángel María Soler y los licenciados Pedro a. Lluberes y Félix Servio Ducoudray, por el Progresista. Di una opinión
en contra, porque estaba convencido de que no habría elecciones
libres. Vamos únicamente a brindar facilidades a Trujillo, para la
realización de sus propósitos, les dije. a mi entender –agregué–
los fondos del Partido nacional deben ser enviados al extranjero
cuanto antes, con el fin de comprar armas para combatir la tiranía
próxima a implantarse Mi pesimismo se fundaba en cuanto estaba
sucediendo. Días antes, cuando los líderes de la alianza, alfonseca, Morales, Soler, de Moya, Ricart, Ginebra y Lluberes visitaban
el cibao en propaganda política, al salir, ya de noche, de Santiago,
con dirección a Moca, fueron objeto de numerosos disparos, cuyos
impactos quedaron impresos en las carrocerías de sus automóviles.
Por un azar afortunado los proyectiles, todos de armas largas, les
atravesaron las ropas a algunos de ellos, sin herirlos. Ya “La 42”,
pandilla integrada por facinerosos de siniestra fama, al serviciode Trujillo, empezaba a coaccionar al pueblo. Desgraciadamente,
aunque el doctor Soler participó de mi criterio, se resolvió lo contrario. Después Velázquez, en una entrevista, solicitó mi concurso
en la reforma de la Ley electoral. Tenía fe, con extraordinario
optimismo, en que habría elecciones libres, pues el Ministro americano curtiss lo había asegurado. Sin compartir su criterio, se
lo prometí, no queriendo obstaculizar aquella postrera tentativa
de evitar lo inevitable por un camino legal. al día siguiente pronuncié mi último discurso en la cámara de Diputados. expliqué
mi voto en favor de la ley, pero hice constar mi protesta contra
el cuartelazo de febrero último, que había herido de muerte a las
instituciones. no vacilé en presentar el cuadro desalentador de
aquel momento dominicano y en vaticinar un negro porvenir bajo
la férula de Trujillo, a quien acusé de resucitar en pleno siglo XX
los sombríos tiempos de Sólito y Baúl, famosos asesinos de los seis
años de Báez. en el boletín de la cámara de Diputados se pueden
leer mis palabras.


aprobadas las reformas, presentáronse ante la junta central
electoral las nuevas candidaturas. La alianza gastó imprevisoramente en una intensa propaganda los fondos del Partido nacional.
el grito de combate, de unánime repulsa a Trujillo, lanzado por el
pueblo, era: no puede ser. un domingo en la tarde celebramos un
mitin en el Parque colón. Mientras peroraban los oradores, evolucionaban, por encima de nuestras cabezas, aviones del ejército con
el fin de intimidarnos. el gremio de choferes, opuesto unánimemente a Trujillo, como todos los verdaderos obreros del país, efectuó
otro, una noche de abril de 1930, para manifestar su adhesión a
la candidatura de la alianza. al terminar el acto, cuando los dirigentes se retiraban en un carro, oficiales del ejército los atacaron
con fusiles ametralladoras. Murieron unos y otros fueron heridos.
aquel crimen quedó impune. en Barahona disolvieron a tiros unamanifestación de la alianza y resultaron muertos algunos de los
manifestantes. el líder horacista Demóstenes Matos fue también
asesinado en esos días en dicha ciudad. el periodista azuano emilio Reyes corrió la misma suerte.
ante la impopularidad de su candidatura, auguradora de un
seguro fracaso en los comicios, Trujillo no vaciló en lanzarse por el
camino de la violencia. Los actos de coacción se multiplicaron en
ciudades y campos. en la capital “La 42” encargóse de sembrar el
terror. Perpetraba toda clase de atropellos y vejaciones al amparo
de la más absoluta impunidad. Los líderes de la alianza terminaron por convencerse, desgraciadamente demasiado tarde, de cuán
inútil era buscar la salvación de la causa democrática en una pacífica lucha electoral. amedrentado el campesinado, desarmados
por el ejército los dirigentes aliancistas de cada ciudad, pueblo o
aldea, a merced, por lo tanto, de los sicarios que los perseguían sin
descanso, era imposible concurrir a las urnas.


Velázquez demostró toda la entereza de su férrea voluntad
frente aquella situación, la cual denunció en sus cartas a la junta
central electoral de fechas 16 y 17 de abril de 1930. acusaba,
tanto a los oficiales del ejército, como a las bandas de matones al
servicio de Trujillo en las diversas regiones del país, de haber disuelto a tiros los mítines y manifestaciones de la alianza y encarcelado, herido o asesinado, a cuantos no fue posible echar de lado
por medio de amenazas. La junta central electoral se dirigió al
Gobierno, presidido en ese momento por el doctor jacinto B. Peynado, por haberse separado del mando, durante el período electoral, estrella ureña, a título de candidato a la Vicepresidencia, para
trasmitirle las quejas recibidas y requerirle el cumplimiento de la
ley. Pero Mozo Peynado era un cómplice de Trujillo. nada, tampoco, habría podido hacer aún en el caso de estar en desacuerdo
con los métodos de terror implantados. una noche me encontré con él en la puerta del club unión. como había sido mi profesor
en la universidad y teníamos desde entonces buena amistad, quejéme amargamente de la actitud pasiva del Gobierno frente a los
crímenes que se cometían. Me oyó en silencio y sólo me contestó:
–ten cuidado y habla más bajo; en la esquina hay un espía y te
puede oír. eso me lo decía el Presidente interino de la República.

convencida de su impotencia, la junta central electoral renunció en pleno a principios de mayo. Fue sustituida, mediante decreto de Peynado, por quienes iban a servir los intereses de
la usurpación en marcha. La alianza declaró su retiro de la lucha electoral por carencia de libertad y de seguridad. en seguida
demandó, ante los tribunales de justicia, la nulidad del proceso
eleccionario y que se reconociera la ilegalidad de la nueva junta
central. el 16 de mayo de 1930 se efectuaron las elecciones. Salieron electos, sin votos en contra, Trujillo, estrella ureña y todos los candidatos para senadores, diputados, regidores y síndicos,
de la confederación. La flamante junta central electoral, bajo la
presidencia del doctor arístides Fiallo cabral, dio apariencias de
legalidad a aquella farsa.
cuando la corte de apelación de Santo Domingo iba a dictar su fallo sobre los recursos legales intentados por la alianza
nacional-Progresista, se encargó “La 42” de impedirlo. invadió
una turba, provista de revólveres y armas blancas, el local de la
corte. Los jueces, ante una inminente agresión, abandonaron sus
puestos. Fueron perseguidos hasta en sus respectivos hogares. ellos
se ocultaron y desistieron de sentenciar.


en esos mismos días fue reducido a prisión, en un allanamiento de su hogar, por “La 42” el candidato de la alianza, Federico Velázquez Hernández. al general evangelista Peralta (Tío Sánchez) lo
asesinaron en su domicilio en campos de Dajabón. Puesto Velázquez
en libertad, por mandato judicial, fue otra vez perseguido y tuvo queocultarse. estrella ureña se encargó de nuevo de la Presidencia,
el 22 de mayo.
en la noche del domingo. 1º de junio de 1930, se perpetró uno
de los crímenes más repugnantes de la “era de Trujillo”. Virgilio
Martínez Reyna había puesto en conocimiento del general Vásquez, en varias ocasiones, las tramas desleales del jefe del ejército
para derrocarlo. enterado éste de la denuncia le guardaba un odio
feroz, el cual resolvió saciar a su manera predilecta. el general josé
estrella recibió el encargo de organizar el asesinato. Matones y
algunos presidiarios, seleccionados para el caso, se dirigieron en
automóvil, la noche indicada, a San josé de las Matas, donde en
su quinta, situada en las afueras del pueblo, convalecía de una
dolencia la persona señalada a sus furores. Rompieron la puerta
y penetraron en la casa. en su propio lecho, donde lo hallaron
inerme, ultimaron a tiros y a machetazos al líder del horacismo
santiaguero, el delicado poeta de Aquel pañuelo blanco. La esposa
de Martínez Reyna, altagracia almánzar, joven señora de notable
belleza, que estaba próxima a ser madre, quiso escudarlo con su
cuerpo de las balas de los asesinos; pero ellos no tuvieron compasión ni de su juventud, ni de sus gracias, ni de su heroísmo,
ni de la criatura que llevaba en sus entrañas. Quedó tendida con
heridas graves juntó al cadáver del esposo. Murió al día siguiente
después de abortar. ambos fueron enterrados en Santiago. una
multitud inmensa siguió tras sus féretros, consternada y silenciosa.
estrella ureña repudió el crimen por la prensa y prometió hacer
castigar a sus autores. Se trasladó a Santiago, en compañía del
Procurador General de la República, para dirigir las investigaciones: pero cuando se enteró de que su tío había organizado la banda
ejecutora del triple asesinato, regresó precipitadamente a la Mansión Presidencial y no mencionó más aquella horrenda tragedia.
Plumas de alquiler iban a atribuirle más tarde intervención enella. Trujillo lo hizo prender y procesar cuando regresó del exilio,
confiado en sus garantías, como cómplice de josé estrella, a quien,
al caer momentáneamente en desgracia, después de los diez años
de feroz mandonería que le proporcionó aquel crimen, se enjuició
como su autor.
La muerte de los esposos Martínez Reyna advirtió a los enemigos y adversarios de Trujillo cuánto podían esperar de él. alfonseca embarcóse inmediatamente para Puerto Rico, donde iba
a morir. Horacio Vásquez, doliente y arrepentido, se trasladó también a la antilla hermana. en la capital empezaron en seguida las
persecuciones. Ángel Morales, Martín de Moya, Pedro a. Ricart,
Gustavo a. Díaz, Pedro a. Lluberes, Sergio Bencosme y los Mellizos Hernández salieron del país en la primera quincena de junio de
1930. La 42 registraba docenas de casas en busca de Velázquez.


Yo conocía perfectamente cuán grande era el odio de Trujillo
para mí, sólo equiparable al que había abrigado contra el infortunado Martínez Reyna. cuatro o cinco días después de la muerte de
éste dispararon una noche un tiro frente a mí casa. Puse en lugar
seguro a los míos y con mí revólver en la mano aguardé el asalto,
desde un sitio apropiado para hacer buena puntería; pero no entraron. el domingo, 8 de junio, cuando iba a sentarme a la mesa a
almorzar, me avisó por teléfono un vecino, ernesto Bonetti Burgos, que una pandilla de “La 42” habíase estacionado frente a mi
casa. Pude escapar y ocultarme en otra parte. Mi domicilio estuvo
tres días vigilado por aquella gente; al cuarto, entraron, insolentes
y borrachos, y lo registraron. Profirieron toda clase de amenazas
contra mí. el Ministro de México solicitó seguridades para mi salida del país de estrella ureña, quien impotente y ajeno a aquellas persecuciones, por injustificable debilidad o indecisión de su
parte no desautorizadas, prometió enviar al jefe de sus edecanes;
su hermano Gustavo estrella ureña, a acompañarme a bordo del vapor en que iba a embarcarme al día siguiente. enterado Trujillo
de mi próximo viaje envió, a las once de la noche, un pelotón del
ejército a allanar mi domicilio, pero previsoramente mi esposa y
yo estábamos durmiendo fuera, una sirvienta los recibió y al amanecer corrió a avisarnos. Me trasladé, en seguida, a la Legación de
México. a las diez de la mañana llegó Gustavo estrella a buscarme y me acompañó al muelle. Salí de Santo Domingo en el “San
Lorenzo” el 17 de junio de 1930, para San juan de Puerto Rico.
iba lleno de optimismo, como todos mis compañeros. aquel estado de cosas no podía perdurar, era nuestra opinión. ¡Han pasado
catorce años! ¿Volveré a ver aquellos sitios queridos de mi Santo
Domingo, donde nací? ¿Recorreré de nuevo, con cansado paso ya,
aquel parque y aquellas calles de San Francisco de Macorís, por
donde transitaran un tiempo mis años mozos en pos del amor o
de un ideal de patria libre? ¿Tornaré a ver a cuantos seres queridos
vegetan y envejecen en la tierra esclavizada por Trujillo? ¿estaré
junto al lecho de mi viejecita cuando ella, antes de partir para
la eternidad, quiera bendecir a sus hijos? ¡Tales interrogaciones
se hace angustiado el corazón! Perdóneme el lector esta pequeña
explosión de sentimentalismo, que no me fue dado reprimir.


Don Federico Velázquez y su hijo, el licenciado Guaroa Velázquez, llegaron a San juan de Puerto Rico el 21 de junio de 1930.
La Legación americana amparó su salida de Santo Domingo. empezaba para aquel luchador un calvario de cuatro años, de irreductible e infructuoso batallar contra el destino, de negras miserias,
por él soportadas con estoicismo singular, hasta caer en la fosa de
un obscuro cementerio de Puerto Rico, vencido por la muerte,
pero no doblegado. a Guaroa, mi amigo fraternal, le esperaban
también, inseparable compañero del padre, largos años de prueba
y de sufrir. Su juventud, brillante y optimista, se ha venido a
extinguir en el exilio, como toda aquella que ha vivido y sentido 3
el dolor dominicano; pero los recios golpes de la adversidad y la
miseria han hecho de él uno de los más sabios y reputados profesores de leyes de la universidad de Puerto Rico.

Pocos días después llegaron a San juan el doctor Leovigildo
cuello, Virgilio Vilomar, el coronel alfonseca y Rafael Mainardi.
Velázquez escribía carta tras carta. Teníamos la convicción de que
los estados unidos, cuyo representante nos había garantizado la
libertad de las elecciones, no reconocería al Gobierno de Trujillo.
Pero un día leímos en la prensa: el Gobierno americano, no sólo
le impartía su reconocimiento, sino había dado especial comisión
a su Ministro curtiss, el autor de aquellas promesas fementidas,
para representarle en la toma de posesión del Presidente Trujillo. Ya únicamente quedaba en pie el ofrecimiento del general
venezolano Francisco Linares alcántara, de desembarcar por las
costas del norte de la República, cuando las cruzara en camino de
Venezuela, setecientos rifles y cincuenta mil tiros, esperados con
impaciencia por las manos valerosas del general cipriano Bencosme para iniciar la protesta armada. a fines de agosto de 1930
escribió el general alcántara al doctor alfonseca. Le anunciaba
el fracaso de sus propósitos de levantar una expedición en los estados unidos, pues las ofertas con que contaba le habían sido retiradas. empezó a reinar el desaliento. algunos se prepararon para
regresar al país.
el 16 de agosto de 1930, aniversario de la Restauración, tomó
posesión de la Presidencia Rafael Leónidas Trujillo en medio de
grandes festivales. ¡Habíamos sucumbido!


estrella ureña, como Presidente de la República, no se hizo
reo de peculado, ni procuróse ninguna clase de ventajas pecuniarias. Tampoco se le puede acusar de haber ordenado la comisión
de los crímenes que manchan para siempre su administración,
pues en el asesinato de los esposos Martínez Reyna no tomó parte alguna, aunque su tío, josé estrella, fue el director de escena en
aquella tragedia. Pero la Historia le hará cargos, y muy graves,
a él. Maestro normal de la escuela hostosiana, tribuno defensor
hasta entonces de las libertades públicas, de haber contribuido a
derribar un régimen liberal, que brindaba plenas garantías a personas y bienes, que tenían las cárceles vacías y los cementerios
únicamente destinados a quienes morían de enfermedad o de accidentes fortuitos, para colocar en el mando supremo al soldadote
formado en los cuarteles de esa intervención americana por él tan
combatida, a quien señalaban amigos y adversarios del Gobierno
caído, de constituir su baldón. al prestar su nombre, galardonado
con veinte años de limpias ejecutorias, para encubrir con el manto
de un movimiento cívico contra los propósitos reeleccionistas de
Horacio Vásquez, la traición de Rafael Leónidas Trujillo, cometió
un delito de lesa patria!
Pero no es ese el único cargo capital para hacérsele. constituye otro, y no menos grave, el de haber consentido, sin protesta
alguna, los crímenes más atroces cometidos impunemente durante
los días de su mando y que Rafael Leónidas Trujillo se cebara en
una ciudadanía indefensa y echara por tierra la obra liberal y democrática del hostosianismo.
estrella ureña se equivocó al estimar en muy alto sus dotes políticas y su carácter y en no medir con igual medida los del hombre
con quien se alió en febrero de 1930. el, sin duda, consideró, dicho
sea en su favor, imposible la elección de Trujillo por la manifiesta y
unánime oposición del pueblo y porque la cancillería americana,
hasta entonces factor importante en la política interna de nuestro
país, ejercería presión para evitar el empleo de la violencia en los
comicios y cuando eso no bastare, le negaría su reconocimiento
al gobierno nacido de ella. en ese caso, la Receptoría de aduanas, a cargo de un funcionario americano, se hubiera abstenido.

de entregar los fondos recaudados, medio utilizado contra el doctor Henríquez cuando queríase obligarlo a aceptar limitaciones a
nuestra soberanía, y contra Victoria y contra Bordas para ponerlos
en el caso de separarse del poder.
en esas circunstancias, entre prestarle su apoyo a estrella ure-
ña, o al horacismo, al que había traicionado, o a Velázquez, que
lo repudiaba, no podía vacilar Trujillo. Tales fueron sin duda los
cálculos de estrella ureña. no contó con la energía feroz, ni con
la astucia de su aliado. cuando lo vio, con pasmosa sangre fría,
ordenar asesinato tras asesinato, atropello tras atropello, sin tomarlo en cuenta a él, e importándosele poco cuánto pensaran los
americanos; cuando contempló al ejército incondicionalmente a
las órdenes de su jefe, se dio cuenta de su impotencia y de su error.
Se sintió prisionero de la situación que había contribuido a crear
y no halló la salida. Pudo intentar todavía un golpe de audacia,
jugándose el todo por el todo, matando o prendiendo a Trujillo de
sorpresa en la Mansión; pero temió sin duda que los suyos fueran
exterminados sin compasión en caso de fracaso. Le faltaron los
bríos, o esperó hasta el último momento un viraje a su favor de los
acontecimientos por la oposición americana a Trujillo. cuando
nada de eso sucedió se resignó a ser Vicepresidente y Secretario
de Relaciones exteriores. en esa posición soportó quince meses,
vigilado, asediado, esperando correr de momento la suerte del desventurado Martínez Reyna, hasta encontrar pretexto para salir al
extranjero, donde pasó nueve años en carácter de opositor a la tiranía. Hoy está de nuevo en el país. Dejemos todavía en suspenso
el veredicto definitivo sobre él. no es el momento de atacarlo.

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