Eugenio Generoso de Marchena Peláez (1842-1893). Político y agente fiscal de la República.
Nació el 6 de septiembre en Azua. Empezó a destacarse en el escenario público al concluir el régimen de los Seis Años de Buenaventura Báez como delegado del Gobierno en su ciudad natal. Al iniciarse el ascendente político de Ulises Heureaux en 1882, se ligó a él por lazos de amistad, y este lo nombró ministro de Hacienda y Comercio en su primera Administración. Cuando Cesáreo Guillermo se sublevó en Azua en 1885, acompañó a Heureaux en la expedición que partió de la capital, quedando como gobernador de aquella provincia.
Durante el segundo Gobierno de Heureaux, necesitado este de dinero para atender los gastos de su extensa clientela política, lo mandó a Europa a concertar un empréstito. Sus gestiones tuvieron éxito y en 1888 logró una suma de 770,000 libras esterlinas con la casa Westendorp y Cía. de Ámsterdam. Miembro privilegiado del régimen, recibió siempre una atención especial por parte del dictador, quien le correspondió ampliamente en su gusto por la minería al obtener 5 decretos en 1888 que le permitieron explotar varias minas de cuarzo en diferentes regiones del país. También pudo darle rienda suelta a su afición por las frutas y las plantas a través de una fábrica de efervescentes que duro 15 años.
En 1890 asumió las funciones de inspector del Banco Nacional, fundado el año anterior. Intentó crear un banco nacional con capital francés, pero el dictador Hereaux le hizo fracasar esta idea. La historia lo recoge como el primero que realizó un esfuerzo de este tipo en el país. Quiso hacer realidad su aspiración de alcanzar la presidencia de la República y contaba con que Heureaux no se presentara a las nuevas elecciones de 1892, según había anunciado, pero lo cierto era que lo había manifestado con la intención de saber quiénes serían los postulantes. Al conocer que Heureaux participaría en la contienda comicial, se entrevistó con él para llegar a un entendimiento, del que solo salió la ruptura de su amistad. Las simpatías de que gozaba lo impulsaron a perseverar en su deseo.
Marchena fue abrumadoramente derrotado por Heureaux, debido a la coacción que este ejerció sobre los electores creando una serie de medidas para derrotarlo como fueron el control de las elecciones primarias que quedaron en manos del dictador. Ante esto, Marchena hace público lo sucedido a través de un volante, lo que aumentó la rivalidad entre ellos. Más tarde inició una conspiración para derrocar a Heureaux, al hacer uso de su poder en el Banco Nacional de Santo Domingo y obligar a los empleados a que le cerraran el crédito con el pretexto de que se había atrasado en el pago de las cuotas de los préstamos personales que se le otorgaron.
Acorralado económicamente, Heureaux se propuso exterminar a Marchena, quien obtuvo un pasaporte diplomático y logró subir a bordo del vapor español Ramón Herrrera con la intención de huir del país, pero fue apresado y conducido a uno de los calabozos de la Fortaleza Ozama en la capital. Introducido en una celda solitaria, sólo era sacado encadenado cuando el dictador realizaba alguna travesía en uno de sus barcos. Desde allí fue trasladado al barco de guerra en que el Heureaux viajaba, y con esto evitar que un golpe de Estado lo pusiera en libertad. Heureaux retardó durante más de un año el fusilamiento de Marchena.
Los enemigos del gobierno iniciaron una rebelión denominada Rebelión de los Azuanos con el propósito de derrotar a Heureaux. En ese hecho, el general Joaquín Campos, delegado del Gobernador de Azua cayó muerto de un balazo en una emboscada. El dictador logró sofocar la rebelión y culpó de esta a los partidarios de Marchena, aprovechando la situación para fusilarlo en La Clavellina, sección de Palmarejo, en Azua, el 22 de diciembre de 1893, junto a otros de sus seguidores.
Los enemigos del gobierno iniciaron una rebelión denominada Rebelión de los Azuanos con el propósito de derrotar a Heureaux. En ese hecho, el general Joaquín Campos, delegado del Gobernador de Azua cayó muerto de un balazo en una emboscada. El dictador logró sofocar la rebelión y culpó de esta a los partidarios de Marchena, aprovechando la situación para fusilarlo en La Clavellina, sección de Palmarejo, en Azua, el 22 de diciembre de 1893, junto a otros de sus seguidores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario