El 1° de junio de ese mismo año se unió a Francisco del Rosario Sánchez, quien al frente de una expedición entró a territorio dominicano cruzando por Hondo Valle, Vallejuelo y El Cercado. Conocedor de las regiones fronterizas, Cabrera facilitó la comunicación entre Sánchez y el general Santiago Rodríguez, que se mantenía al tanto de los planes de la expedición y estaba dispuesto a brindar su apoyo. Derrotados, Cabrera logró salvar la vida casi de milagro y se refugió en Haití.
En abril de 1862 cruzó de nuevo la frontera desde La Vissite y Ouanaminthe a territorio dominicano para luchar por la reconquista de la Independencia. Fue perseguido hasta la loma de David por el general Campillo, el sádico verdugo de los habitantes de la Línea, pero logró burlar a sus perseguidores. No aceptó la amnistía dada por el régimen español y se quedó en territorio dominicano con sus compañeros más cercanos de armas, Gume Fortuna y Pablo Reyes, además de un escaso número de combatientes con la intención de hostigar a los colonialistas, mientras establecían contacto con el grupo comandado por Pedro Antonio Pimentel, Benito Monción y Santiago Rodríguez que planeaba la reanudación de la guerra desde el suelo haitiano.
Cuando Lucas Evangelista de Peña asaltó el 21 de febrero de 1863 la plaza de Guayubín, Cabrera se distinguió como uno de los más audaces combatientes. Derrotada esa acción, rechazó las garantías ofrecidas por las autoridades españolas y huyó a la zona fronteriza, refugiándose en una loma que desde entonces se conoció con su nombre, lo mismo que una población actual. En ella estuvo hasta el 16 de agosto de ese año cuando al fin pudo hacer contacto con el grupo dirigido por Rodríguez, Monción y Pimentel y junto a ellos cruzó la frontera norte y en la loma de Capotillo, situada en la frontera norte con Haití, enarbolaron la bandera tricolor, confeccionada por el sastre Humberto Marsan, en lo que se conoce como el Grito de Capotillo, que dio inicio a la guerra que restauraría la soberanía entregada por Santana.
Fue de los jefes principales que iniciaron las acciones ese día al atacar y tomar la plaza de Sabaneta. Luego formó parte del asedio a la ciudad de Santiago, en el que fue jefe del cantón de la Otra Banda y más tarde, también cumplió misiones en San José de Las Matas. El 16 de septiembre de 1863 viajó con Santiago Rodríguez a la frontera y estuvo por Bánica y Las Matas de Farfán en la región sur.
Un oficio del Ministerio de la Guerra, fechado el 2 de noviembre de 1863, le ordenó estar listo para comandar una columna que operaría en San Cristóbal. Poco después estuvo de vuelta en el Noroeste. En la Línea comandó el campamento de los patriotas en Manzanillo, y peleó contra los españoles que desembarcaron con el general De la Gándara en Montecristi el 17 de abril de 1864. Después de la caída del gobierno del general Gaspar Polanco, en enero de 1865, fue de los restauradores perseguidos por el presidente Pedro Antonio Pimentel. Después de la liberación, siguió su honrosa trayectoria de hombre de armas y de patriota. Restaurada la República, Cabrera se retiró a un predio agrícola donde se ocupaba de sus labranzas, aun cuando fue nombrado comandante de Armas en Dajabón, pero se mantenía atento a cualquier llamado del Gobierno Provisional Restaurador. Se vinculó al partido liberal y combatió al régimen de los Seis Años de Buenaventura Báez. En 1869, cuando Báez y su dictadura antinacional buscaban afanosamente la anexión del país a los Estados Unidos, Cabrera reafirmó su calidad de patriota rectilíneo y tomó Sabaneta temporalmente por asalto.
Murió en la pobreza el 14 de marzo en Peladero, Montecristi. Otra versión afirma que falleció en Las Aguas, jurisdicción de la misma provincia. Sus restos fueron sepultados en el cementerio de Montecristi.
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