El General Francisco del Rosario Sánchez, conocer la traición cometida por Santana al convertir la República en colonia española, se introdujo a su país teniendo que pasar por Haití, por no poderlo hacer por otra parte. El 29 de mayo de 1961 Romualdo Montero entregó el puesto militar de El Cercado al General Francisco del Rosario Sánchez, y se quedo acompañándolo mientras creyó que la revolución tenia probabilidad de prosperar. Pero las cosas cambiaron; el Presidente Geffrard suspendió a los revolucionarios dominicanos la protección que venía prestándoles.
Manuel Ma. Gautier, Agente Fiscal de los revolucionarios en Port-au-Prince, transmitió la desagradable noticia a Sánchez y a Cabral para que supieran a qué atenerse y resolvieran en consecuencia. Sánchez quiso resistir hasta lo último, pero Cabral, sin consultar con nadie se despidió de sus compañeros de armas y se refugió en Haití acompañado del general Valentín Ramírez Báez y del teniente coronel Jacinto Peynado. Con la idea de Cabral quedó abandonado el campamento de Las Matas y entonces el general Pedro Alejandrino Piña vino a reunirse al General Sánchez en El Cercado.
Sánchez no pudo ya ocultar a sus compañeros de armas la conflictiva situación en que se encontraban y convocó una junta de guerra, para tomar pareceres y resolver lo conveniente en vista de las circunstancias. Se resolvió abandonar El Cercado y trasponer la frontera. Así las cosas empezó su obra de traición y Raymundo Montero, el mismo que entregó El Cercado a Sánchez al considerarlo perdido y acompañado de un tal Pedro Gil ( 2- en los archivos de Don José G. García se encuentra un documento en que se prueba lo que se dice de Pedro Gil), avisó lo que ocurría a Santiago de Oleo, uno de los hombres más influyente de la localidad, quien con su hermano Fructuoso y otros parientes y amigos, se puso a la cabeza de la reacción para salvar el pueblo del compromiso en se encantaba con el gobierno.
La familia de Oleo y sus amigos pusieron emboscadas en todos los caminos y cuando Sánchez y sus compañeros quisieron dirigirse a la frontera al llegar al paso de Los Guineos próximo a El Cercado, fueron acribillados a balazos por los traidores arriba mencionados. Sánchez quedó gravemente herido; Pedro Alejandrino Piña, contuso, salvado en las ancas del caballo de Timoteo Ogando; Félix Mariano Lluberes y Miguel Saviñón, heridos lograron internase en Haití. Sánchez y dieciocho compañeros fueron hechos prisioneros y conducido a San Juan. (3- La Historia conserva estos nombres de los compañeros de Sánchez; coroneles Juan Erazo y Gabino Simonó; comandantes y capitanes Baltasar Belén, Benigno del Castillo, Félix Mota y Francisco Martínez; oficiales subalternos y paisanos Domingo Piñeiro, José Ant. Figueroa, Manuel Baldomera, Julián Morris, Juan Gregorio Rincón, Prudencio o Rudesindo de León, Pedro Zorrilla, Luciano Solís, José Corporan, Juan de la Cruz , Epifanio Jiménez o Sierra y José de Jesús Paredes.
El 3 de julio de 1861 fueron sometidos en San Juan a un simulacro de Consejo de Guerra que se reunió en la Plaza Pública en el que se omitieron todas las formalidades legales. Presidía ese Consejo el general Domingo Lazala y el Fiscal fue el coronel Tomás Pimentel; ambos eran creaturas del verdugo de la Patria general Pedro Santana, quien, olvidándose de ya no era un Presidente dictador sino un Capitán General que obraba en nombre de la Reina de España quiso ahogar en sangre, como acostumbraba, aquel movimiento intentado por los patriotas como protesta contra la anexión a España, obra exclusiva de un grupo político, pero nunca de la voluntad del pueblo dominicano
La conducta de Santana para con los infelices prisioneros ocasionó las protestas del señor Brigadier Peláez, y segundo cabo de Santo Domingo, lo que para nada valió pues el consejo de guerra no permitió defensa alguna a los acusados. Sánchez trató de echar sobre sí toda las responsabilidad de lo acontecido para salvar a sus compañeros; pero al ver que Romualdo Monteo, el que le había entregado El Cercado, se presentaba a declarar en contra suya, le increpó diciéndole “Tú debías estar sentado aquí en el banquillo de los acusados, pues me entregaste la plaza de El Cercado voluntariamente, traicionando al gobierno a quien servías, para después traicionar a tus nuevos compañeros”.
El Judas Montero fue reducido a prisión y condenado a muerte junto a Sánchez y con los demás patriotas que lo acompañaban .la sentencia se ejecutó en la tarde del 4 de julio de 1861, de la manera más cruel y repugnante, pues los reos fueron muertos unos a tiros y otros a palos y a machetazos. El presbítero Narciso Barrientos fue quien acompaño a los reos al patíbulo; y le hizo guardia en la capilla, la compañía de Pardos del ejército de Cuba (véase lo que dice respecto a esto nuestro historiador García, tomo III, Páginas 415 a 418)
Sobre lo narrado anteriormente dice el General Gándara en su obra Anexión y Guerra de Santo Domingo, Tomo I, libro III, capítulo I, Páginas 204 y siguientes. “Acaudillados por algunos oficiales dominicanos y algún otro que se despronunció, los vecinos de El Cercado echaron de la población a los insurrectos acosándolos por los montes hasta que muchos repasaron la frontera no sin dejar bastantes prisioneros entre los cuales merece citarse el general Sánchez que estaba herido de gravedad.”
Añade Gándara “El número de prisioneros llegó a elevarse a 21. Se le sujetó por orden de Santana a un sumarísimo e irregular procedimiento y fueron fusilados en 4 de julio de 1861, contra la opinión y las reclamaciones escrita del Brigadier Peláez que pasó quizás los límites de la subordinación, impulsado por los sentimientos de humanidad, bien que puede exponerse en su descargo que aquellas ejecuciones constituyen un acto de tiranía grosero e indefinible, pues según refieren los testigos presenciales, no se hizo para condenarles más que una parodia de consejo de guerra, incapaz de satisfacer en manera alguna las legítimas exigencias de un procedimiento racional
El diplomático español expresa además en su obra Anexión y Guerra de Santo Domingo “Ante ese Consejo perecieron los acusados, para verse tratar como enemigos y no como reos. Se les condenó a sufrir la última pena y esta sentencia fue cumplida en términos que repugna recordar, pues mientras a unos los remataron a tiros otros sucumbieron a palos o a machetazos de lo que protestó asimismo un comandante del regimiento de la Corona que fuera de este Cuerpo se hallaba en San Juan. Por último está sangrienta escena, tanto más inoportuna como que por primera vez al sancionarla invocaban las autoridades dominicanas el nombre de la Reina de España, fue aceradamente censurado en la Cámara andando el tiempo por el general Concha quien decía, relatando esos hechos “ Se fusilaron más de quince personas comprometidas y se fusilaron de una manera que dio lugar, y con razón, a graves altercados entre el señor Peláez , Segundo Cabo de la Isla , y el general Santana, porque aquellos fusilamientos se hicieron como si no imperase allí la justicia, como si no rigieran allí las leyes que protegen la vida del hombre. Los fusilamientos se hicieron por el sistema antiguo de la República , y que entonces el general Santana no era jefe del Estado, sino Capitán General en nombre de Su Majestad la Reina ”
Como comprobación de lo que dice el General Gándara de las reclamaciones escritas del brigadier Peláez, copiamos a continuación párrafos de una carta de este último publicada por el mismo Gándara;
“Cuando por la carta particular que escribí a V.E. hallándome en camino a San Juan, y por el oficio que tuve el honoro de dirigirle antes de ayer pidiéndole indulgencia para los prisioneros hecho en El Cercado, esperaba que serían indultados de la última peña a nombre de S.M. la Reina N.S .(q.D.g.) me llama hoy de horror y de justa indignación la infausta nueva de que aquellos infelices han sufrido el día 4 de julio 1861, la pena capital con circunstancias tales y un lujo de crueldad que ha sobrecogido a los habitantes de esta comarca, a mí mismo y hasta el último de los subordinados. La excelsa señora a quien sus pueblos saludan como madre, la que es amparo y égida de los desgraciados, aquella cuyos labios no se abren sino para pronunciar la palabra “perdón”; la que al dirigirse a sus hijos en Santo Domingo le promete la paz asegurándoles que si esta isla fue la predilecta de Isabel I será la especial protegida de Isabel II, no podrá consentir se halla, derramado en sus augusto nombre la sangre de un puñado de ilusos, V.E., EN su alta penetración, rechazará como rechazo yo, con todos mis subordinados, el que se haya invocado el nombre de aquella augusta señora para el sacrificio inhumano de las víctimas indefensas de San Juan
De lo descrito en esta carta, es prueba de que la matanza de San Juan, fue obra de Santana y sus secuaces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario