viernes, 12 de abril de 2013

EL GOBIERNO DE HECTOR GARCIA GODOY



Héctor Rafael García Godoy (11 de enero de 1921 - 20 de abril de 1970) fue un abogado y político dominicano. Presidente provisional de República Dominicana entre el 3 de septiembre de 1965 y el 1 de julio de 1966, bajo los auspicios de la Organización de Estados Americanos (OEA), finalizada la Guerra de Abril de 1965.

El gobierno de Garcia -Godoy tenia que aparentar neutralidad en sus acciones , pero ya por convicciones políticas o ideológicas , como por su extracción social, ya que era vice-presidente del Partido Reformista que dirigia el doctor Joaquín Balaguer, tenia mayores probabilidades de coincidir con los Estados Unidos y sus protegidos que con Caamaño y las fuerzas populares . Una maniobra política fue realizada entonces colocando al general Elias Wessin y el CEFA como chivos expiatorios de todo cuanto había pasado. El CEFA fue disuelto como cuerpo autónomo en las Fuerzas Armadas y el general Wession fue humillado y sacado del pais a punta de bayoneta por soldados estadounidenses de ocupación . Pero los principales jefes militares  vinculados a las fuerzas extranjeras: los que pidieron la ocupación militar del territorio dominicano, los que ametrallaron  y bombardea ron a la ciudad primada de América provocando millares de muertes, los que realizaron  la "operación limpieza" en la parte Norte de Santo Domingo, los que cometieron  crímenes numerosos comprobados por la OEA  en las afueras de la capital, esos fueron los designados por Garcia-Godoy para ocupar los principales cargos militares constitucionalistas con un mando de tropas o en un cargo administrativo de las fuerzas armadas.

Desde que se instalara el gobierno provisional de Garcia.Godoy empezó una campaña de terror contra todos los sectores que mostraran , siquiera, complacencia con el movimiento constitucionalista. Se daban casos, increíbles por lo exagerados que parecían, de que un Capitán del Ejercito impidiera el normal desarrollo de las funciones del Ministro de Agricultura en San Francisco de Macoris  o que un Sargento brasileño de ocupación impidiera el paso del Presidente provisional por una calle de la capital dominicana a su salida del Palacio Nacional. Asimismo , los asesinatos de simpatizan tes constitucionalistas ocurrían a razón de dos por días en todo el país. La ley del abuso y la opresión volvía con mas bríos a República Dominicana y empezaban a verse claramente cuales eran las intenciones de los "defensores de la paz y la democracia" en el mundo .


Los Estudiantes reclamaban que sus planteles fueran deslojados por las tropas de ocupación que los habían convertido en cuarteles militares , y los invasores respondían disparando sus armas de fuego contra los indefensos jóvenes.

En medio de esa tensa situación llego al país el 25 de septiembre de 1965 el ex- Presidente constitucional, Juan Bosch. Justo dos años después de su derrocamiento por los que luego se aliarían a los invasores extranjeros para violar la soberanía nacional. Se amenazaba con atentados contra la vida del ex- Presidente, así como contra todos los que asistieran a su recibimiento, pero aquello parece que estimulo mas que amilano, a los perredeistas, quienes se lanzaron a las calles de Santo Domingo a recibir a su líder. Una enorme manifestación se dio en la plaza Ruben Dario del malecón capitaleño en el que se confundieron por primera  vez, en un abrazo, el jefe militar y el jefe político del movimiento constitucionalista que se enfrento a la invasión extranjera. Caamaño y Bosch simbolizaban entonces los mas puros sentimientos de la nación dominicana y el pueblo así lo interpretaba.

Pero la agresividad se incremento desde que Bosch piso tierra  dominicana. Mientras el Presidente provisional ofrecía al ex-mandatario las garantía a que tenia derecho, el ministro de las Fuerzas Armadas, comodoro Francisco Rivera Caminero, negaba esas garantía, la eliminacion física de Bosch también era otro de los objetivos perseguidos por aquellos a quienes molestaba la presencia de los que defendieran la nacionalidad dominicana.

La reintegracion de los militares constitucionalistas a sus respectivos cuarteles había sido uno de los puntos fundamentales  discutidos y aprobados por las Comisiones Ad-Hoc de la OEA y del gobierno del coronel Caamaño . Sin embargo , ese era un argumento constantemente evadido por el Presidente provisional.

En definitiva, no había reintegracion alguna , sino que se habilitaria el campamento "27 de Febrero" , en el sector oriental de la ciudad para que albergara a todos los militares que lucharon en defensa de la Constitución y las leyes. Estos dejarían la zona constitucionalista el miércoles 13 de octubre para dirigirse al sector capitaleño de La Francia, frente a la desemboca dura del rió Ozama, desde donde podrían contemplar con nostalgia  la parte de Santo Domingo que habían defendido con gallardía en nombre de la soberanía y la dignidad nacionales.

El pueblo que simpatizaba y luchaba con ellos los vio partir, quizás preocupado por la suerte que correrían esos valerosos hombres que lo arriesgaron todo en defensa de la soberanía nacional. se los aislaba físicamente para separarlos políticamente del sector popular que les había brindado su calor. Un pueblo que ellos que aprendieron a querer y a comprender en los largos meses de enfrentamientos cívico y armados . Luchas vividas entre sangre sudor y lágrimas durante los días en que la metralla del soldado extranjero y su aliado criollo trataban de apagar por la fuerza el fuego del patriotismo.

Los militares constitucionalistas serian confinados en el campamento "27 de Febrero" y rodeados por tropas estadounidenses de ocupación  para evitar que circularan libremente . Lo único que buscaban los invasores y sus aliados era una oportunidad para eliminar al coronel Caamaño y todos sus hombres. Una sola oportunidad que tratarían de aprovechar para que el ejemplo de esos hombres no se difundiera por el mundo; el castigo debía ser ejemplar para que su acción no fuera imitada jamas por otros militares del continente.

Pocos días después de la salida de los constitucionalistas del centro de Santo Domingo , fuerzas de la Marina de Guerra y el Ejercito Nacional des embarcaron por el rió Ozama y penetraron por el malecón hasta tomar la zona del muelle y la Plaza de la Constitución. Bajo la mirada complaciente de las tropas estadounidenses estacionadas en la Puerta de San Diego, acceso al puerto de la capital, los soldados disparaban indiscriminadamente a medida que avanzaban para tomar las posiciones abandonadas por los militares patriotas. Ocho tanques habían entrado desde el Oeste de la ciudad y fueron distribuidos por la zona del puerto de Santo Domingo, junto con varios camiones de tropas que los escoltaban.

A partir de ese momento la tranquilidad que había venido reinando en la capital en su zona intramuros, fue alterada completa mente. Los militares que se negaban a respetar los acuerdos tomados empezaron desde el primer día a hostigar con disparos a la población civil y a imponer, por las fuerza , su presencia en aquellos lugares. Cuatro personas morirían al primer día de asedio contra la población civil desde aquel lugar que las  fuerzas enviadas por Rivera Caminero querían convertir de nuevo en Fortaleza Ozama , y se olvidara lo de Plaza de la Constitución.

Con la ciudad tomada por tropas al servicio de los Generales se iniciaron los allanamientos domiciliarios por toda la ciudad en busca de armas que no hubieran sido entregadas por los constitucionalistas . Aunque guardando las formas legales la represión simbólica tomaba cuerpo como complemento a los ataques realizados contra la población desde la Fortaleza Ozama.

La ilusión de libertad que tenían los moradores de Ciudad Nueva y el sector intramuros, desaparecía con la presencia de tropas enemigas en el sector.

 Tambien en aquella se produjo  el sabotaje a la revista ¡Ahora!, asesinatos como del “líder ultraderechista” Ángel Severo Cabral, de Miled Haddad, gobernador de Mao; Leyba Matos, funcionario de la Corporación del Azúcar; el secuestro y asesinato del mayor Luis Andrócles Arias Collado; del doctor Nelson Díaz Montaño, del estudiante Pedro Tirado Calcaño y las heridas a Josefa Antonia Féliz frente al Palacio Nacional.
Se denuncian “el inminente Golpe de Estado” contra García Godoy, trama encabezada, según Hamlet, “por el ultraderechista Alcibíades Espinosa Acosta”; el ametrallamiento a la residencia de Silvestre de Moya Ureña y la ocupación de la fortaleza Ozama que el autor afirma estuvo bajo la dirección de Enrique Pérez y Pérez:  “aunque el que daría la cara sería el mayor Humberto Trifilio Estévez”.

Las conspiraciones de los jefes militares figuran documentadas, como el secuestro de la emisora oficial, ordenado supuestamente por el general Jacinto Martínez Arana para impedir que el Presidente se dirigiera al país en momentos en que la ciudad era un solo tiroteo, o los llamados de “Radio San Isidro”  al derrocamiento del “pro-comunista” García Godoy. Martínez Arana, escribe Hermann, telefoneaba a Wessin a Miami, asegurándole que tenía “un avión especial que lo iría a buscar cuando el momento estuviera maduro.

Pero de todos los jefes militares ninguno se comportó con mayor crueldad e irrespeto hacia el gobernante que Francisco Rivera Caminero, según las actuaciones que se consignan en el ejemplar. “Patrocinó todos los crímenes contra civiles de los grupos paramilitares de San Isidro, el exterminio de militares constitucionalistas, ordenó los sabotajes contra los medios de comunicación escritos y radiales, autorizó el criminal ataque contra el hotel Matum. puso en marcha la “Operación Honor” sin respetar, siquiera, a la iglesia católica, porque “él que se las daba de muy religioso.

Ordenó a José de Jesús Morillo López que apostara un francotirador en el aeropuerto para que disparara a Bosch al descender del avión que lo traería desde Puerto Rico y fue al Palacio  a advertirle al primer mandatario que si el ex Presidente,  derrocado en 1963, retornaba a Santo Domingo, “será hombre muerto en el mismo aeropuerto.

Llegó al punto de amagar con un arma al mandatario, para golpearlo físicamente  y hasta llegó a decirle que no era más que “un mojón vestido de blanco”.
El autor comenta que “un diplomático como el Presidente Provisional reaccionaba asombrado, aunque inmutable, cuando tenía que lidiar con personalidades violentas e histéricas como Rivera Caminero y Martínez Arana”.

la valiente línea democrática de la revista “¡Ahora! así como las discriminaciones de que fue víctima su propietario, Rafael Molina Morillo, a quien sorprendió el terror del estruendo que sacudió sus rotativas por una explosión de gran magnitud. “La intimidación iba dirigida a todo el pueblo, aunque en particular a la revista que había respaldo, como también asumido, posiciones patrióticas”.

Concluye que García Godoy  no era un títere del imperialismo y expone, como dato revelador, el papel de los brasileños “que demostraron ser peores que los yanquis”

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