viernes, 19 de abril de 2013

GREGORIO URBANO GILBERT EN LA CARCEL




La cárcel del Ozama, Es el presidio de la ciudad de Santo Domingo, la mas antigua de las fortalezas erigidas por los europeos en el Nuevo Mundo. Por mas de cuatro siglos se cuenta el tiempo transcurrido desde que fue construida en 1504 . En todas las épocas de la historia dominicana, sus celdas han recibido, en calidad de presos a gran cantidad de personas, desde las mas encumbradas a las categoría mas humilde.

Estaba dividida en 12 celdas de encierro, cada una de las cuales tenia por nombre un numero, del uno al doce. Pero quedaba el recuerdo de los nombres con que se las conocía  en la época anterior a la Ocupación Norteamericana que padecimos. Son, "El Salón de Abajo", "El Profeta" . "El Indio" , "La Culebra", "El Aljibe" , "La Peynado", "La Capilla", "La Velazquez", "La Enfermeria", " El Alto", "La Sastreria" y "El Salón de Arriba".

En la torre llamada del Homenaje , hay una celda que no tiene numero: conserva su nombre tradicional, la celebre "Colon" . Este nombre le viene de la leyenda según la cual en ella estuvo preso el celebre navegante genovés.

La cárcel de Ozama comparada con la de Monte Cristy , me pareció des ventajosa para el preso: el trato, la comida, el agua y demás necesidades del individuo, así como la desunión, el egoísmo y mala fe reinan tes entre los mismos presos.


En Monte Cristy los presos por delitos comunes recibían buena y abundante comida criolla de manos de Basilio Cabreja, el carcelero. Los presos prebostales recibían de los norteamericanos los mismos alimentos que comían estos y en gran abundancia. A los presos de Monte Cristy se les permitirá entrar a la cárcel los utensilios de dormir que les envían de sus casas, y dormían en los camastros solamente aquellos que carecían de otros medios. No se les provocaba ni asechaba en busca de pretextos para golpearlos. En Monte Cristy  un herido leve lo hubo, y fue así: los presos , según era costumbre cotidiana, se encontraban todos, una mañana, formados del lado afuera de las murallas de la fortaleza , en la parte del Poniente. Los militares, cerca de allí , hacían sus ejercicios regulares. Al preso que resulto herido se le antojo correr el riesgo o cometer la imprudencia de emprender la fuga delante de los soldados. Se le abrió fuego, resulto herido en una pierna y se rindió . Fue atentado en una tienda de campaña de los soldados , en donde, como en un hospital, se le curo con todos los cuidados debidos.

Para beber se le daba agua fresca del Rió Yaque, que se sacaba del cercano tanque del acueducto. De esa manera agua se le daba  para el aseo personal y todas las demás necesidades.

En la cárcel del Ozama todos los presos, tanto los de delitos comunes como los prebostales , recibían la misma comida: poca, de pésima calidad y pésima preparación. Por la mañana, agua hervida con poco jenjibre y poca azúcar, y si un día a la semana había pan, y Mauricito-el preso encargado de repartirlo- estaba de plácemes, el pan se repartía y lo comíamos. De lo contrario-y era esto lo que ocurría las mas de las veces-, enseñaban el pan, se le aguijoneaba el apetito a los presos... y a conformarse con eso. ¡ Y sin chistar para evitar que a uno lo molieran a palos! Cuando se repartía era pan pequeño, y uno solo para cada preso. Nada Mas.

Al mediodía la ración era de agua hervida a la que se le agregaba una insignificancia de arroz y otra de carne de vaca de la peor calidad.  A esto , que se llamaba sopa , se le añadía de cuando en cuando la mitad de un plátano pequeño en cada una de las insuficientes raciones individuales.

Al cerrarse el día se servía, a manera de cena un poco de harina de maíz hervida en agua tenuemente endulzada. También se servía un agua oscura que decían era café . Si era día de pan, lo daban entonces, si a Mauricito le placia hacer el milagro de repartirlo. Si no, les proporcionaba a los yanquis de la prisión el placer de ver la agonía de los presos cuando a estos se les escapaba  la parte mas valiosa de su mezquina ración. ¡Asi era de malas las entrañas de uno de nuestros compañeros de infortunio que se asociaba con los guardianes norteamericanos de la prisión!

Si mala era la comida de esta cárcel , y mal el repartidor de pan , el llamado Mauricito, peor era el agua que se bebía y tan malo como ella quien la repartía , un tal Jacobo . Era agua salobre , de pozo, y de gusto tan desagradable, que parecía tener disuelta una buena cantidad de "Sal de Glauber" . Para matarle los microbios , era hervida después que se cocían  los alimentos, y se le agregaba una cantidad de formol. La grasa con que se lubricaba la bomba que se usaba para sacar el agua del pozo, caía en ella y le formaba una capa iridiscente. Teniendo todavía todo el calor que recibía  al hervir la, era echada en una barrica, la tapaban, y de allí la servía Jacobo por medio de una llave que dejaba escapar, además de agua el vapor. Para todo el día daban solo dos raciones que, sumadas, equivalian a media botella poco mas o menos.

En el desayuno no daban agua, ni falta que hacia , ya que a causa de lo caliente y del mal sabor, era poca , a veces ninguna , el agua que se bebía en las dos oportunidades en que la servían. A los presos no les permitían que la soplaran o que trataran de enfriarla de alguna otra manera. A las celdas solo se permitían entrar  el agua sucia del rio Ozama , para emplearla en el baldeo de pisos y camastros.

Dos presos , Basilio Santana y Franciso Echavarria, disgustados por la mala calidad del agua que daban para beber en la cárcel, se determinaron a escribirle una carta al Preboste Marcial, en la que le denunciaban lo dañina que era . El resultado fue que el Sargento Miller, Jefe de la Cárcel , recibiera la orden , o lo decidiera el por si solo, de hacerle beber a cada uno de los quejosos , cada vez que recibieran sus raciones, cinco grandes jarros del agua repugnante, y si después de bebida esa cantidad ( ¡Vaya con la ironía!) continuaban con sed , podían seguir bebiendo todo cuanto quisieran.

Santana y Echavarria se esforzaron al principio por cumplir con tan cruel tormento, que ni el legendario rey lidio hubiera deseado a cambio del que originalmente le impuso Júpiter; pero cuando se dieron cuenta de que no podrían hacerlo, pararon de beber y resolvieron únicamente tomar la que necesitaren o ninguna cuando no la quisieren . Tuvieron suerte, porque tal determinación no les acarreo ningún castigo.

Los recipientes en que se echaba el agua para que los presos se bañaran o para baldear las celdas , eran los mismos que se utilizaban para el bache esto es, los mismos en que los presos defecaban . Latas de petróleo o de aceite, con los bordes  cortantes doblados hacia adentro.

Juan de Dios Cos y Lolito Montes de Oca eran muy blancos ; tan blancos como lo son los europeos del Norte. Se contaban, por eso , entre los presos a los que mas se les notaba el ensuciamiento causado por el "baño" de la cárcel. Un día , asqueados, le escribieron una carta al Preboste Marcial en que le señalaban los males del baño. No tardaron en ver los resultados  producidos por la queja: tres corpulentos presos, dirigidos por el extremad amente bárbaro Tomas el Gordito, que era, entre los presos, el jefe probo de la cárcel, los tumbaban en el patio por las madrugadas , y, teniéndolos tendidos y desnudos, los entregaban con cepillos de fibras duras y arena gorda hasta hacerlos sangrar , y después los baldeaban con el agua de sus repugnancias , recogida en vasijas tan infectadas como pestiferas.

Algunos presos tenían, por fuerza, que dormir en el suelo, ya que había celdas en que el numero de recluidos superaba la capacidad de los camastros. Los presos que dormían en los camastros eran los que parecían estar mas sucios. La razón era esta: el agua que se usaba con el fin de matar las chinches y desinfectar los dormitorios de los presos, tenia mas ceroleína que la del baño, y al no disolverse, esa ceroleína formaba  una viscosidad que convertía los camastros en pega presos.

A los presos se les golpeaba despiadadamente por la mas leve falta cometida , o cuando no, por el puro gozo de los guardianes americanos de la cárcel.

Mata seco , Estampa y el Mulo y el jefe de ellos , el Sargento Miller, fueron los principales autores de esos atropellos . Y bastaban los apodos que los mismos presos les pusieron a esos seres sin conciencia.

Tomas el Gordito era el monstruo de la depravacion . Varias veces había sido encarcelado por los crímenes de violador de infantes y de robo, que parecían ser sus especialidades. Este sujeto desalmado se valida de su cargo y de su corpulencia (parecía un tronco enorme y mal formado) para abusar de los presos . Y así solía preguntar a algunos de los que consideraba mas tímidos si tenían las manos limpias. Cuando les respondian que si o que no ( y en este ultimo caso los mandaba a lavarse las) les ordenaba que agarraran un pedazo de papel , se iba entonces a hacer sus mas sucias necesidades fisiológicas y obligaba a los presos a que lo limpiaran.

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